Este post de hoy es la versión colorista del barco del amor. ¿por qué no?. O la versión marinera del Flower Power pero, sin tener que viajar a Ibiza, que no estamos para extras. Las flores, como el amor, nunca dejan indiferentes y cuando se presentan frente a nosotros, es imposible no verlas y reconocer su belleza. En la mayoría de las ocasiones, nuestro instinto es querer tenerlas cerca, contemplarlas y exhibirlas.
Para poder exhibir esas plantas y flores podemos encontrar muchos soportes, claro, pero qué mejor que aquéllos que han tenido una vida útil que el deterioro posterior les niega. Es un gesto más allá del mero reciclaje. Es realzar algo que estaba destinado al olvido. Darle una segunda oportunidad y además, con todos los honores.
Un barco que ha llegado a su último puerto, anclado en el cesped y lleno de flores es lo más poético que uno se puede encontrar en el camino. Es como una sacudida al barco moribundo con un ‘desfibrilador floral’. Lo perdíamos, pero ha vuelto a la vida. Son barcos llenos de plantas y flores que inspiran amor y belleza.
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