A comienzos del invierno pasado y de esta primavera, he visitado en varias ocasiones el Botànic de València(Jardín Botánico de la Universidad de Valencia) pero no lo hacía desde el pasado mes de abril. Hoy, de nuevo, he realizado un paseo mañanero, en el que he descubierto muchas plantas interesantes, como siempre que visito ese oasis en medio de la ciudad, pero casi al final de mi recorrido me topé con lo que se convirtió en el mejor descubrimiento del día.
Ya sabemos aquello que predica Piet Oudolf, con relación a las cabezas florales de las plantas vivaces que entran en decadencia a las puertas del invierno, “el marrón también es un color”. Comparto ese criterio y, añado, quien dice marrón, dice beige o, mejor dicho, dorado. Sí, el dorado también es un color y a veces se cuela en los jardines estivales, suavizando los tonos calientes propios del verano.
Lo cierto es que no recuerdo haber visto esa planta en flor en las últimas visitas al Botànic, lo que hace lógico pensar que mayo y junio ha sido su mes de esplendor. Me lo he perdido, está claro, pero esta mañana, casi por arte de magia, y a punto de finalizar mi recorrido, vi a lo lejos una bordura que llamó mi atención y dije, haz una foto desde aquí, que eso promete.
Y ahora me pregunto si es un mero capricho mío, pero lo cierto es que, cuando me acerqué, no pude dejar de hacer fotos y, solo al final, miré el letrero para saber qué flor había brillando antes en esa bordura. Era obvio que se trataba de una planta de la familia Compositae (Asteraceae), una manzanilla ¿tal vez?
Helenium aromaticum (manzanilla del cerro)
El dorado es un color
Pues sí, una manzanilla, pero algo más lejana de las manzanillas ibéricas que solemos ver en nuestros campos. Se trata de una especie del género Helenium, originaria de Chile (no nativa, pero naturalizada)que crece desde la Región de Valparaíso (Aconcagua) hasta la Región Metropolitana. Su nombre común es Manzanilla del cerro y su nombre científico Helenium aromaticum. Las flores, muy, muy abundantes, son pequeñas esferas de color amarillo con aroma a piña. Cuando envejecen, se vuelven doradas, como se aprecia en las fotos, y así es como las descubrí esta mañana.
No sé, tal vez ha sido solo una apreciación mía, pero creo que nunca había visto una senectud de flores con un efecto tan bello, en una planta tan sencilla como esta. Una planta cuyo valor suele ser medicinal y culinario, y no tanto ornamental.
Supongo que pronto tendrán que podar esta planta en el Botànic, pero al menos, ya que no pude verla en en el momento álgido de su floración, puedo decir que he tenido suerte y la he descubierto así de brillante.
Supongo que pronto tendrán que podar esta planta en el Botànic, pero al menos, ya que no pude verla en en el momento álgido de su floración, puedo decir que he tenido suerte y la he descubierto así de brillante.