Cactus columnares en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, México / Foto Flickr |
En 1927 se convirtió en la primera mujer bióloga certificada de México. Helia Bravo Hollis consideraba que el motivo de su vida fue la biología y las cactáceas «Dediqué casi mis 100 años a mi ciencia preciosa. Gracias a ella vivimos, gracias a ella conocemos la naturaleza de la que somos parte”.
Así resumía su extraordinaria labor científica la doctora Helia Bravo Hollis en una entrevista realizada para la revista universitaria ¿Cómo ves? poco antes de cumplir 100 años.
Su vocación académica y su carrera investigadora centrada en la sistemática de los cactus y suculentas de México y parte de Norteamérica, se podría resumir como la historia de de la inclusión de la mujer en la comunidad de investigación científica, una asignatura que a estas alturas no está del todo superada.
Cactus en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, México / Foto Flickr |
Hoy en día es habitual encontrar información con ideas sobre la decoración de interiores con cactus y otras suculentas. Digamos que, a los ya habituales aficionados y coleccionistas de este grupo de plantas, en las que la raíz, el tallo o las hojas se han engrosado para permitir el almacenamiento de agua en cantidades mayores que en las plantas normales, ahora se unen un buen número de personas, en su mayoría milénials, fascinados por esas especies que no se eligen por sus flores, aunque cuando florecen lo hacen de forma espectacular, sino por su estructura. Lo que no tengo tan claro es hasta qué punto despierta también interés en ellos el origen de unas extraordinarias plantas cuya morfología y ecología nunca dejan de sorprendernos.
Según he podido leer en el blog de la Biodiversity Heritage Library (BHL), la maestra Bravo, como le gustaba que la llamaran sus alumnos, nunca se molestó ni se preocupó por ser pionera en una disciplina en una etapa complicada de la historia de México. Siempre se preocupó por las desigualdades sociales, pero creía que el cambió solo podía producirse a través de la educación. Y así lo hizo, convirtiéndose en una diligente investigadora y profesora.
Helia Bravo Hollis
Helia Bravo Hollis nació el 30 de septiembre de 1901, en Villa de Mixoac, actual Ciudad de México. Los paseos dominicales con sus padres alrededor de su localidad natal, que solían realizar al atardecer, fueron los que despertaron en ella su amor por la naturaleza.
Bravo desarrolló casi toda su carrera científica en el Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Estaba determinada a ser ser bióloga, pero tuvo que iniciar sus estudios en Medicina, ya que aún no existía la carrera de Biología en esa universidad. Sin embargo, un año después comenzaron las clases de Biología en la Escuela de Altos Estudios de la UNAM, y Helia Bravo pidió el cambio. Su primer paso ya estaba dado.
En 1927, se convirtió en la primera bióloga certificada de México. Solo dos años después, en 1929, fue elegida para crear el Herbario en la UNAM y, también, para encargarse del estudio de las cactáceas (Cactaceae) una de las familias de plantas más identificables y diversas de México.
Su carrera investigadora fue imparable. En 1937 publicó Las cactáceas de México, un libro con 700 páginas que la iba a colocar a la vanguardia de este campo de investigación en todo el mundo. Este libro fue actualizado entre 1978-1991 por Helia Bravo, en colaboración con Hernando Sánchez-Mejorada, en 3 volúmenes de más de 1.800 páginas en total.
En otoño de 1951 se fundó la Sociedad Mexicana de Cactología con ella como presidenta de la revista Cactaceae y Suculentas Mexicanas, que publicó su primer número en junio de 1955.
Recolección y estudio de las cactáceas
Helia Bravo fotografió y recolectó una gran cantidad de cactus vivos en México y muchas partes de Mesoamérica, dedicándose al estudio de su morfología y taxonomía durante varias décadas, lo que le dio la oportunidad de adquirir un profundo conocimiento sobre esa materia.
A pesar de todo, al final de su carrera consideraba que el conocimiento de las cactáceas no estaba acabado porque es una familia botánica que siempre se está moviendo.
Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán / Foto Flickr |
En total, publicó casi 170 artículos, muchos de ellos sobre cactáceas y suculentas mexicanas, y tres libros. Describió 60 clasificaciones científicas y realizó 59 revisiones de nomenclatura; recibió premios y reconocimientos nacionales e internacionales, y sus trabajos fueron aclamados en todo el mundo por sus colegas biólogos y botánicos.
Hoy en día, seis especies y una subespecie de cactus llevan su nombre. Heliabravoa chende (Polaskia), un género de cactácea que tiene su hábitat en la zona desértica de Tehuacán. Airocarpus bravoanus, una cactácea endémica de San Luis Potosí. Especies de chumbera o nopal como Opuntia bravoana, Opuntia heliae y Opuntia heliabravoana; y Mamillaria haniana ssp bravoae, que es una cactácea bulbosa endémica de la Sierra Gorda de Querétaro.
Cactáceas y suculentas de México
De acuerdo con la Sociedad Mexicana de Cactología, México es el país que alberga la mayor riqueza en especies de la familia Cactaceae con alrededor de 850 especies que corresponde a un 45 % de la totalidad de esta familia nativa del continente americano. También en México se encuentra el mayor número de especies endémicas, es decir cerca del 85 % de las especies mexicanas crecen solamente en este país. Destacan los géneros Mammillaria y Opuntia por su diversidad y distribución en el país.
Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán / Foto Flickr |
Pero no solo de cactus puede presumir México. La familia Agavaceae, es la segunda en diversidad, con cerca de 155 especies, siendo el 78 % endémicas de México y todos los géneros de esta familia están presentes el país. De esa familia, el género más importante es Agave (maguey), que posee cerca de 92 especies en México.
Otra familia de importancia en el mundo de las suculentas es Crassulaceae, con géneros como Echeveria, formado por alrededor de 150 especies, de las que el 95% son endémicas de México.
Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán
A todos los honores que recibió a lo largo de su carrera, hay que añadir que el Jardín Botánico de Tehuacán le rinde homenaje a través de su nombre: el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis.
Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán / Foto Flickr |
Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán / Foto Flickr |
El jardín botánico se sitúa en Zapotitlán Salinas, Puebla, en una zona semiárida en la Reserva de la Biosfera Tehuacán-Cuicatlán, entre Puebla y Oaxaca, que alberga más de 300 especies endémicas.
Cerca de un del 10% de la extensión territorial de jardín está destinado al área de exhibición e infraestructura de servicios para los visitantes. Pero en el 90% del espacio crecen las plantas, y todas lo hacen en su ecosistema natural.
Allí, son particularmente llamativas las cactáceas columnares de la especie llamada localmente tetecho (Neobuxbaumia tetetzo). Esos imponentes cactus, con más de 10 metros de altura y más de 200 años de edad, forman bosques que cubren las colinas y planicies. Pero también crecen allí plantas suculentas del género Agave y Nolina.
Sotolín, pata de elefante (Beaurcanea gracilis) / Foto Flickr |
La doctora Helia Bravo Hollis no se retiró hasta los 90 años y lo hizo debido a una artrosis que le impedía caminar. Falleció el 26 de septiembre de 2001, cuatro días antes de convertirse en centenaria, y dejó una extensa obra con 60 años de ciencia taxonómica.
Cactus columnares en el Jardín Botánico Helia Bravo Hollis / Foto Flickr |
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