El mundo está más loco que nunca y hay muchas cosas que tienen que ir cambiando progresivamente. En las grandes ciudades se va aprendiendo a recuperar el espacio público y la transformación social es ya un hecho. Yo vivo en el campo y puedo asegurar que no hay asfalto ni cemento que pueda con la naturaleza. Cuando algo quiere brotar, brota en los rincones más insospechados.
Existen numerosas iniciativas de diseñadores urbanos en diferentes ciudades de todo el mundo, encaminadas a alterar la percepción y la estética del espacio público y hoy os he querido traer un ejemplo que me ha llamado especialemente la atención, tal vez sea por su simpática analogía: ‘baldosas verdes’. Se trata de Hortus Publicus un proyecto creado por el diseñaor Giuseppe Licari en el que estudiantes de secundaria de Rotterdam, a través de un taller educativo, aprendieron a crear un sustrato con forma de ladrillo, que posteriormente se convirtió en el soporte de cultivo donde sembraron semillas de calabacín, calabaza, girasoles y frijoles. Las ‘baldosas verdes’ llenaron algunos de esos huecos que deja a veces el hormigón en el espacio público. El mensaje que les transmiten: no es suficiente con plantar una semilla, todos los ingredientes tienen que estar bien equilibrados: tierra, agua, luz y amor.
El proyecto tuvo tres fases: un recorrido interactivo, el taller y, finalmente, un evento público en el que los asistentes podían ‘adoptar’ una baldosa verde que posteriormente situaron en algún rincón baldío de la ciudad.
Dicho queda, no dejemos de inventar nunca, no nos paremos porque no está todo dicho y tenemos muchas cosas que cambiar.