Su aspecto dócil, vestida de negro hasta el cuello, no debe confundirnos. Sacrificó comodidades para poder estar cerca de la naturaleza y desarrollar su proyecto de vida. Hoy nos situamos en plena época victoriana para disfrutar del trabajo de Marianne North (1830-1890), pintora y viajera inglesa que se convirtió en ciudadana del mundo entero.
Observar y pintar la flora y fauna de cada lugar Nació el 24 de octubre de 1830 en la ciudad de Hastings, al sureste de Inglaterra. Tras fallecer su madre, cuando Marianne tenía alrededor de 25 años, comenzó a viajar acompañando a su padre, Friederick North, un rico terrateniente y parlamentario.
Impulsada por Charles Darwin, emprendió su más larga travesía
Durante su estancia en Europa y el Medio Oriente, Marianne tuvo la oportunidad de conocer a artistas botánicos, con quienes aprendió técnicas pictóricas. Su padre muere en 1870 y ella heredera su espíritu viajero. Impulsada por Charles Darwin, amigo de la familia, emprendió su más larga travesía. A partir de entonces, en solitario, su vista y pincel se dedicarían casi exclusivamente a observar y pintar la flora y fauna autóctonas de cada país y ciudad que visitaba.
Viajó sin parar a través de Australia, Asia, América y África durante 14 años. Emprendió su primer viaje, a los Estados Unidos, Canadá y Jamaica, en 1871. Esto fue seguido por una estancia de ocho meses en Brasil, durante el cual realiza más de 100 pinturas. En 1875 viajó a Japón a través del continente americano. En India pintó 200 cuadros y en Australia 300.
En busca del pehuén
Poco antes de su muerte, Marianne visitó América del Sur. Buscaba el Pehuén (Araucaría araucana) en Chile y allí se estableció por algún tiempo. En ese periodo pintó más de 30 óleos sobre la flora chilena. Dicen que se enamoró de la cordillera de Nahuelbuta (en mapudungun: nawelfütra, ‘jaguar grande’) y de Concón; y que las pinturas realizadas allí permiten apreciar una naturaleza que en aquel momento se encontraba todavía en estado salvaje.
Su obra en Marianne North Gallery
El trabajo de esta extraordinaria artista, que pintó algunos de los lugares más salvajes de la Tierra y no siguió el enfoque tradicional del arte botánico de la era victoriana, se resume en una serie de 832 pinturas, que se conservan en Marianne North Gallery del Real Jardín Botánico de Kew, en Inglaterra (Kew Gardens).
En toda su obra se aprecia no solo su valor artístico, sino también valor científico, fruto de su capacidad de captar con gran fidelidad las formas, colores y texturas del mundo vegetal. Incluso, se le atribuye el descubrimiento de muchas de las especies que retrató.
«Un pájaro muy salvaje amante de la libertad»
Es sabido que poseía un talento artístico natural, puesto que no tenía ningún tipo de formación académica en técnicas de ilustración, y era bastante poco convencional en sus métodos, no en vano era “un pájaro muy salvaje amante de la libertad”, como se llegó a definir a sí misma. Lo que habría que añadir es que, además de talento artístico, tenía sensibilidad, esa que permite abrir bien los ojos para capturar lo que es realmente relevante y bello.
IMAGENES © ROYAL BOTANIC GARDENS, KEW
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