El norte de California es ya el hogar adoptivo del paisajista autraliano Bernard Trainor. Allí se encuentra Rivermouth, el jardín costero que diseñó en un entorno idílico de la bahía de Carmel, inspirado en las plantas locales y las características del lugar.
La primera vez que conocí la existencia de este jardín costero en California fue a través de la fotografía que Jason Liske presentó en la edición del año 2014 en IGPOTY, el concurso internacional de fotografía auspiciado por Kew Gardens. Una imagen que le valió el primer premio dentro de la categoría Beautiful Gardens.
Me cautivó a primera vista y pensé que algún tendría que averiguar más detalles acerca de ese jardín costero californiano que descubría esa maravillosa fotografía.
Un jardín costero en California con plantas nativas
“Extraordinarias vistas paisajísticas “prestadas” hacia el sur, hacia Point Lobos, fueron el factor más importante en la planificación de este paisaje. El paisaje diseñado en primer plano no pretende desviar la atención de estas vistas, aunque cuando se ve de cerca, el paisaje construido tiene una belleza sutil.
La influencia costera inmediata nos inspiró hacia un paladar exigente. Las plantaciones seleccionadas abrazan el clima a menudo intenso, incluidas las especies nativas de Ceanothus, Carex, Salvia, Dudleya y Leymus, cada una de las cuales vive cómodamente en las dunas costeras. Esta fue una oportunidad especial para diseñar con muchas plantas autóctonas que existían en esta costa mucho antes de la habitación humana”.
Así presentaba Jason Liske la escena que recogía su fotografía (imagen de portada), que bautizó como Native Coast, y que alentaba el deseo de saber más acerca de ese jardín costero diseñado por Bernard Trainor, donde parece que cada planta está en el lugar correcto. Un trabajo que, al fin y al cabo, sigue la línea de muchos de los anteriores diseños de jardines, donde resuelve magistralmente entornos en colinas aireadas y costas escarpadas, con paisajes discretos pero recios, que se inspiran en las plantas locales, la historia de la comarca y el entorno del lugar.
Construir un paisaje a favor de la naturaleza
Afincado desde hace años en Monterey, California, el paisajista australiano Bernard Trainor comenzó a desarrollar sus ideas centrales sobre las plantas y el lugar en Gran Bretaña. Y lo hizo como aprendiz de horticultura con Beth Chatto en sus jardines de Essex, una experiencia que le cambió la vida y configuró su manera de entender el diseño de plantación. La filosofía defendida y divulgada por Beth Chatto –planta correcta en el lugar correcto– no se escapa en el diseño de plantación ejecutado en este jardín de la bahía de Carmel.
Parece ser que el proyecto se inicia cuando los propietarios de una casa de playaconstruida en 1929 utilizando materiales locales, y que estaba en medio de una cuidadosa restauración, escucharon a Bernard Trainor dar una conferencia en San Francisco. Grandes admiradores de su trabajo, le pidieron a Trainor que creara un paisaje que pareciera que había estado ahí siempre, pero que dejara ver que había una clara intervención humana. Todo ello sin que fuera fácil apreciar qué áreas del jardín estaban domesticadas por la mano hombre y qué parte era obra de la naturaleza.
La casa está ubicada en un nexo geológico e hidrológico donde convergen el río Carmel, las montañas de Santa Lucía y el océano Pacífico. Se trataba de recuperar un lugar costero invadido en aquel momento por plantas alóctonas invasoras, para convertirlo en un jardín digno de ese impresionante entorno. Todo un reto para Trainor y Ground Studio, su estudio de paisajismo ubicado cerca de Monterey; y un proyecto, al que el paisajista denominó Rivermouth, que le entusiasmó.
Eliminar plantas alóctonas invasoras
La primera tarea fue eliminar una impresionante masa de Mesembryanthemum crystallinum. Se trata de una planta suculenta de bajo crecimiento de la familia Aizoaceae, originaria de la parte sureste de África y de la región Mediterránea, donde vive en zonas secas y salinas. La especie se ha extendido por acantilados costeros de California, México, Chile y Australia. Precisamente en California, está clasificada como una dañina planta invasora.
Puesto que se trataba de trabajar a favor del medio ambiente y no querían utilizar productos químicos para eliminarla, les llevó dos años retirar a mano cada rama hasta que finalmente la planta desapareció.
Estabilizar las dunas
Otro desafío fue estabilizar el lado de la propiedad que da a la playa, ya que allí las dunas se están moviendo activamente. Para anclar las dunas, utilizaron una cerca curvada de estacas de viñedos recuperada de una cerca anterior y que convirtieron, además, en un elemento escultórico sinuoso para el jardín.
No obstante, el ancla principal es la vegetación, con soportes de dunas como la amapola de California (Eschscholzia californica) y la juncia de California (Carex praegracilis). Los desniveles se resolvieron con escalones de madera reutilizada y gravas locales, creando un camino serpenteante entre las plantas nativas.
Más de 30 especies nativas
La plantación incluyó 2.500 planteles individuales, con una paleta de plantas de más de 30 especies nativas. David Fross, propietario de un vivero de plantas nativas de California ubicado en Arroyo Grande, fue el encargado de suministrar las plantas.
Su enfoque pasó por identificar la flora local y tomar nota de ese conjunto de especies, ya acostumbradas a crecer juntas, para aplicarlas después al lugar. Más cerca de la casa, también utilizaron plantas de climas mediterráneos en Europa, Australia y Sudáfrica.
Entre la plantas autóctonas existentes en el lugar, destaca un impresionante ciprés de Monterey (Cupressus macrocarpa) al que han dado forma con el tiempo los fuertes vientos costeros.
Amigable con la fauna silvestre
El resultado fue que, una vez que se plantó el sitio, no solo disfrutaron de ese fantástico paisaje recuperado sus propietarios. La vida silvestre también se unió a la fiesta, en un jardín donde ahora abundan las mariposas y otros insectos polinizadores, y se pueden encontrar aves terrestres anidando en algunas plantas.
Sabía que iba a encontrar tesoros detrás de la fotografía de Jason Liske, y así ha sido. Un jardín costero en California envuelto en una belleza salvaje que apenas permite distinguir donde está lo natural y lo domesticado, tal y como pretendían Bernard Trainor y los propietarios. Un lugar sencillamente fascinante construido a favor de la naturaleza.
Fotos: Jason Liske
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