Jardín de El Capricho en la Alameda de Osuna, Madrid | Fotos Primavera 2021 © María Bellet |
El jardín histórico de El Capricho en la Alameda de Osuna es una villa suburbana formada por un palacete, un extraordinario jardín y una gran extensión de terreno dedicado a explotación agropecuaria. Un auténtico paraíso natural que frecuentaron las personalidades más ilustres de la época, donde conviven tres tipos de jardines, en los que aparecen como panorámicas inesperadas las construcciones decorativas o caprichos (follies), auténticas protagonistas de la villa.
De la mano de Arturo Franco y acompañado de Gudrun Maurer, conservadora del Museo del Prado; Isabel González, conservadora de El Capricho y Juan Spalla, maestro jardinero, recorreremos algunos de los rincones más emblemáticos de ese jardín poblado de follies o caprichos, por el que pasearon Goya, la duquesa de Alba, Moratín y Jovellanos entre otros artistas e intelectuales.
El Palacio fue construido entre 1792 y 1795 por Mateo Guill y Manuel Machuca y, junto a él se crearon los jardines que ocupan una superficie de 14 hectáreas, que albergan templetes, ermitas, fuentes y plazoletas. Las ideas de jardinería que llegaban en aquella época de Inglaterra y Francia no pasaron desapercibidas para la duquesa de Osuna. Ese afán por volver a la naturaleza, tan predicado en la época dio como fruto el considerado como el jardín paisajista más importante de España, con suaves ondulaciones cubiertas de pradera y caminos serpenteantes junto a una ría y un lago.
Un jardín de contrastes en una época de transición
La creación de esta villa de recreo responde a las inquietudes propias de la segunda mitad del siglo XVIII y primer tercio del siglo XIX. La duquesa de Osuna, asidua viajera, más en sintonía con el pensamiento europeo, era una avanzada en España para su época. Fiel a su carácter cosmopolita y siguiendo la moda francesa, creó un jardín donde se mezclaban estilos, un contraste que anuncia la crisis intelectual y el cambio ideológico que vendrá más tarde, una transición que lleva de la Ilustración al Romanticismo, donde triunfará la pasión por encima de la razón.
En El Capricho conviven tres tipo de jardines, por un lado, el jardín francés, donde destacan unas zonas ordenadas con parterres, integradas por setos recortados delante de la fachada oeste del palacio y que respondían a un jardín más ilustrado; y el jardín italiano, que es la parte más antigua y mezcla setos con árboles y, junto a esa zona, destaca el laberinto, realizado con laurel.
Jardín paisajista
De este modo, en El Capricho se pueden apreciar la características más significativas del jardín paisajista inglés. En los caminos del jardín encontraremos líneas curvas y ondulantes. Las pequeñas construcciones o caprichos que van apareciendo casi por sorpresa se adaptan perfectamente a la naturaleza del sitio. No hay fuentes de grandes dimensiones, pero si un estanque o la fuente de los delfines y las ranas. Se pone en valor el césped, tan característico del jardín inglés, y aparecen una gran variedad de árboles y plantas. Destaca el gusto por las ruinas arquitectónicas, como las exedras y templetes.
Los caprichos (follies)
Claro que, la más curiosa de todas las edificaciones, y la que mejor refleja el espíritu de la Ilustración, es sin duda el Abejero, un pabellón neoclásico con colmenas incorporadas a una de las fachadas, con trampillas hacia el exterior. A la Duquesa le encantaban las abejas, símbolo de la sociedad ordenada y civilizada, y el Abejero se concibió para que el trabajo de las abejas dentro de las colmenas pudiera ser observado desde el interior del edificio a través de los cristales. Allí, los nobles contemplaban la laboriosidad de las abejas y observaban su actividad mientras escuchaban música, leían poesía y filosofía.
En 1815, Antonio López Aguado construyó por orden de la duquesa el Salón de Baile, también llamado Casino de baile, un edificio de estilo neoclásico situado justamente encima del pozo que alimenta la ría artificial, por donde llegaban los invitados en barcas.
La restauración
Después de la muerte de la duquesa comenzó el declive de El Capricho, que fue imparable hasta que en 1974 el Ayuntamiento de Madrid compró el parque. A finales de los años 70, un grupo de personas, entre las que se encontraban el catedrático Pedro Navascués, Lucia Serredi y Carmen Añón, lucharon y consiguieron que se volcara la atención en ese jardín que empezaba a estar en un estado de abandono realmente peligroso. Hacia el año 85 montaron una escuela taller y comenzó la restauración, que finalizó en 1999.
A ellos les debemos en gran medida que el jardín siga vivo y hoy se pueda visitar esa villa de recreo donde los bosquetes de lilos y de árboles del amor proporcionan un hermoso colorido primaveral, y en sus praderas y paseos se pueden apreciar notables ejemplares de robles, pinos, cipreses, tejos, cedros, plátanos y castaños de indias entre otras especies vegetales.
El palacio, que permaneció cerrado, ahora se encuentra en proceso de restauración, para convertirlo en un museo que acogerá un espacio interactivo, con proyecciones 3D, salas para conferencias y exposiciones permanentes, donde la figura de la duquesa será la protagonista.
Jardines con Historia
Los 15 jardines que forman parte de la serie, junto con los personajes que hay detrás de ellos, podéis conocerlos en este enlace.
Os recuerdo que la serie se emite en La2 de Televisión Española. Una vez finalizada la emisión de cada capítulo, podrá verse online en el sitio web de La2, A la Carta.
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