El conocido como Jardín Monet Marmottan es en realidad una increíble réplica del jardín y casa del pintor francés Claude Monet en Giverny que se creó hace algo más de dos décadas en Kitagawa, Japón. Allí se dan cita coloridos macizos y borduras de herbáceas en un extraordinario jardín de flores; nenúfares templados y tropicales en el jardín acuático, y un jardín que rinde homenaje a la luz del mediterráneo.
Monet y el japonismo
La idea de replicar el jardín de Monet en Giverny en un pueblo de Japón podría parecer un tanto descabellada. Sin embargo, no hay que olvidar que Monet tenía una relación estrecha con el arte japonés, y amaba los grabados en madera (ukiyo-e) producidos en Japón entre los siglos XVII y XX que tanto inspiraron su obra.
Esa influencia se refleja, por ejemplo, en la forma arqueada del puente que construyó, y después pintó, en el jardín acuático de Giverny. En este caso, Monet lo eligió movido por la influencia del artista japonés Utagawa Hiroshige –seudónimo artístico de Andō Tokutarō–y su grabado en madera ‘Glicinias en el santuario Kameido Tenjin’ fechado en 1856. Ver más en Nenúfares en tiempos de guerra: cómo Monet creó su jardín en Giverny
Si a esa relación de Monet con el japonismo, le unimos la conocida capacidad mimética que poseen los japoneses, no sorprende la creación del Jardín de Monet Marmottan, la increíble réplica que hicieron del jardín y casa del pintor Claude Monet en Giverny, Francia, en Kitagawa, un pequeño pueblo de 1.400 habitantes que pertenece a la prefectura de Kôchi, al sur de la isla de Shikoku en Japón.
Jardín Monet Marmottan en Kitagawa
Obviamente, el nombre Marmottan en ese jardín hace referencia al museo francés que alberga la mayor colección de obras de Claude Monet en el mundo, fruto de la generosa donación que realizó su hijo Michel en 1966, y que incluye pinturas destacadas como Les nymphéas y el Pont japonais. Al parecer, la propia Fundación Claude-Monet autorizó al ayuntamiento de Kitagawa a utilizar ese nombre para el nuevo jardín en Japón.
La iniciativa que movió a construir el Jardín Monet Marmottan como homenaje al pintor impresionista francés nace principalmente del deseo de impulsar económicamente, a través del turismo, la villa de Kitagawa. En su momento, una de las ideas que se barajaron fue la de construir un jardín en un terreno baldío en el que en su día hubo una fábrica demolida en los años 90.
Yukata Kawakami, jardinero jefe de Monet Marmottan
A partir de esa idea, el actual jardinero jefe del jardín, Yutaka Kawakami, propuso reproducir el jardín de Claude Monet en ese terreno, argumentando que “Monet confesó a menudo que se inspiró en los grabados japoneses para construir su jardín en Giverny. Imaginó en sus cuadros nenúfares azules que no existen en Francia pero que fácilmente tenemos aquí gracias al clima”. Dicho y hecho.
“Monet confesó a menudo que se inspiró en los grabados japoneses para construir su jardín en Giverny.
Para el diseño y ejecución del jardín, Yutaka Kawakam, que ha sido galardonado con la Orden de las Artes y las Letras de Francia (Chevalier) por este trabajo, contó desde el inicio con el apoyo y la experiencia de Gilbert Vahé, el jardinero jefe de Giverny por aquel entonces (ver: Los jardineros del Jardín de Monet en Giverny ).
Hubo varios viajes y cambios de impresiones, esquejes y semillas, que se convirtieron, junto con el nenúfar tropical azul que Monet soñaba con que floreciera en su jardín, en el símbolo de intercambio entre la cultura francesa y la japonesa.
El Jardín de Monet Marmottan, que abrió al público el 15 de abril de 2000, tiene 30 hectáreas, donde crecen unos 55.000 especímenes de árboles y plantas que pretenden evocar los más bellos cuadros de Monet. No falta el puente Taiko y el arco de las rosas, pero, a diferencia del trazado del jardín de Monet en Giverny, está dividido en tres espacios.
1. Jardín de flores (Hana no niwa)
El jardín de flores encarna el Clos Normand de Giverny, donde una gran colección de plantas de flor de cada temporada recrean armoniosamente la paleta de colores idéntica a las del pintor francés, que oscilan entre el rojo, el amarillo y el rosa.
¡Sobre todo, siempre, siempre ten flores!
Claude Monet
El color de la flor varía en cada macizo de flores y se juega con el cambio de las estaciones para que ofrezcan un nuevo paisaje a su paso. También se observan combinaciones de plantas que conforman plantaciones más informales.
En primavera, las borduras y macizos rebosan de color gracias a tulipanes y otras plantas bulbosa de flor que a veces se combinan con plantas anuales.
Más adelante, comienzan a brillar las flores de un buen número de especies de plantas vivaces que ofrecen una floración escalonada desde mediados o finales de la primavera hasta el otoño. Diferentes especies y cultivares de salvia, rudbeckias, ásteres, zinnias, dalias y un largo etcétera. Un verdadero derroche de bloques de color en mezclas audaces que hacen justicia al jardín que Monet creó en Giverny.
2. Jardín acuático (Mizu no niwa)
El jardín acuático es lo más destacado de todo el jardín, especialmente cuando los majestuosos nenúfares tropicales con flores azules, que no existen en el jardín original de Giverny, hacen acto de presencia.
La temporada de nenúfares templados (con flores de color rojo, blanco, etc.) se produce de finales de abril a principios de octubre. La floración de los nenúfares tropicales (flores azules) se extiende desde finales de junio a finales de octubre.
Lo cierto es que el espacio dedicado al jardín acuático de Kitagawa es más pequeño que el de Giverny y las especies florales no son las mismas, ya que tuvieron que adaptarse al clima local, tal y como explicó en su día Yutaka Kawakami.
Un puente japonés, similar al de Giverny, salva el estanque, y en primavera este jardín se tiñe de verde suave y fresco de los sauces; se salpica con flores de cerezo y glicinias y se cubre de las hojas de nenúfares que anuncian lo que está por venir.
3. El jardín de Bordighera (Bordighera no niwa)
El jardín de Bordighera, en su día conocido como el jardín de la luz, porque pretende ser un homenaje a la luz del Mediterráneo, está relacionado con la estancia de Monet en Italia en 1884. Ese año, el artista viajó a Bordighera, una ciudad de la Riviera italiana cerca de la frontera entre Italia y Francia, para una visita de trabajo de tres semanas que se convertiría en casi tres meses. Allí capturó la luz y la belleza del paisaje de esa región mediterránea, que inspiraron algunos de sus cuadros, como Bordighera y Las villas en Bordighera.
Utilizando el paisaje exuberante y diverso del área de Kitagawa, y el relieve ondulado característico de la región, en ese espacio del Jardín Monet Marmottan se plantaron palmeras, agaves, yucas, hierbas de la Pampa, olivos, lavanda y otras plantas que evocan en cierto modo un jardín de estilo mediterráneo.
La luz, el color y el reflejo del agua
La luz, el reflejo del agua y los colores que cambian con las estaciones son una constante en el Jardín de Monet Marmottan, que en junio de 2015 recibió tres estrellas de la Guía Verde Michelin, y no ha cerrado ningún día sus puertas al público desde su inauguración. No en vano, los japoneses, apasionados del arte impresionista, son grandes conocedores de las pinturas de Claude Monet y supongo que esta simbiosis sólo podía tener efectos positivos.
Todo apunta a que esa mezcla entre el espíritu japonés y la esencia de la cultura francesa han dado como resultado un bello homenaje a la obra y jardín del pintor francés, que sin duda habría estado encantado de pasear por el jardín de Kitagawa.
Fotos e información Jardin Monet Marmottan
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