Un extenso jardín lleno de colores brillantes y texturas variadas, que se extiende a lo largo de la escarpada península de Banks, en la Isla Sur de Nueva Zelanda. Pero, sobre todo, un espacio ajardinado, diseñado para evolucionar a favor de ese asombroso paisaje, en el que predominan las plantas nativas, que se combinan con diversas especies de plantas vivaces no nativas, acercándose cada vez más a un vibrante estilo de plantación naturalista.
Fishermans Bay Garden
Fishermans Bay Farm es el jardín y granja que Jill Simpson y su esposo Richard han creado en el paisaje accidentado y de extraordinaria belleza de la costa de la península de Banks. La propiedad está situada cerca del histórico asentamiento francés de Akaroa, que incluye más de 100 hectáreas de vegetación nativa protegida en regeneración distribuida en dos valles. Un lugar con impresionantes vistas de la costa del Pacífico, donde el matrimonio comenzó a trabajar en su gran proyecto a finales de la década de 1990.
Inicialmente, la granja tuvo prioridad, pero, años después, Jill Simpson comenzó a construir el jardín. El resultado es Fishermans Bay Garden, un jardín con un esquema de plantación, donde la estructura y textura que proporcionan las plantas nativas de Nueva Zelanda se combinan de forma magistral con una diversa variedad de plantas no nativas, que incluyen numerosas especies de plantas herbáceas perennes (vivaces).
El paisaje cambiante y los caminos sinuosos han inspirado ese maravilloso jardín, que se desenvuelve en diferentes espacios, desde la tradicional bordura de flores, hasta un jardín de hierbas aromáticas, un huerto, un jardín de helechos, un valle sombreado junto al arroyo y un jardín de rocas.
Un jardín a favor del paisaje
Una de las claves del éxito de este jardín es que han tenido presente que no tenían que combatir el entorno, un paisaje asombroso pero desafiante, sino trabajar a favor de él. Sabia y atrevida decisión, sin duda, que ha dado como resultado una serie de áreas de jardín que ofrecen, cada una de ellas, diferentes temas de plantación.
El jardín se ha desarrollado, casi a fuego lento, a lo largo de las dos últimas décadas. Hay muchos éxitos que son resultado del ensayo y error, técnica infalible si disponemos de tiempo, pero también hay mucha perseverancia y respeto por ese respeto por el entorno, algo que les ha permitido no perder de vista el gran valor de la flora autóctona de Nueva Zelanda a la hora de definir sus preferencias con respecto al esquema de plantación.
Quiero que el jardín se mezcle con el mundo natural que lo rodea y estoy influenciada por jardines de todo el mundo
Ese largo recorrido en el tiempo ha hecho posible que Jill Simpson asocie algunas partes del jardín a diferentes partes de su vida. Hay, por ejemplo, una larga bordura de herbáceas que la traslada a los jardines estilo cottage, tan populares en todas partes cuando sus hijos eran pequeños.
Flora de Nueva Zelanda
No hay que olvidar que la gran cantidad de lluvia que cae en Nueva Zelanda, además de muchas horas de sol, hacen que el país tenga una flora exuberante y diversa, donde el 80 % de esa flora es nativa. La mayoría de las plantas nativas de Nueva Zelanda son de hoja perenne, pocas de ellas son anuales, y abundan las especies cuyas flores son típicamente pequeñas y de color blanco.
Jill Simpson es una gran coleccionista de hebes nativos (Veronica sp.), y en el jardín crecen unas 150 especies y cultivares. Los hebes o verónicas nativas de Nueva Zelanda florecen en abundancia y Jill Simpson ha intentado plantar grandes áreas con ellas, creando un tapiz de flores y tipos de follaje. Sin embargo, confiesa que nunca ha estado completamente satisfecha con el resultado, porque son plantas que les lleva años crecer y cuando hay alguna baja dejan un espacio antiestético en la plantación. Una relación de amor-odio que le ha llevado a cambiar en cierto modo el enfoque de plantación.
Especies exóticas y plantación de estilo naturalista
Esa nueva perspectiva explica que, en los últimos tiempos, Jill Simpson se haya visto influenciada por los jardines europeos y americanos que ella y su marido tuvieron la oportunidad de visitar en diferentes viajes. Una experiencia que la llevo a sucumbir ante la tención de usar un estilo de plantación más salvaje o naturalista.
Su decisión fue clara. Aunque las especies nativas de Nueva Zelanda seguirán siendo el componente más grande de las plantaciones, estás se combinarían con otras plantas de todo el mundo. Hoy en día, el resultado en su jardín revela una interpretación muy personal, adaptada a las condiciones de Nueva Zelanda, del New Perennial Movement desarrollado en diferentes jardines de Europa y el estilo pradera en los Estados Unidos.
Un caso de éxito, aunque, Jill Simpson reconoce que, incluso después de años de ver el crecimiento estacional masivo de los jardines que usan plantas vivaces, todavía necesita echar un vistazo a las fotos del año anterior para tener la seguridad de que volverá a suceder ese temporada. Es la magia de las plantas vivaces.
Creando y manteniendo un gran jardín
Fishermans Bay Garden se ha creado mediante la propagación y división de un gran número de plantas durante muchos años. El invierno es la época en la suelen dividir y mover las plantas, particularmente las herbáceas perennes.
En julio (en el invierno austral), se cortan a ras de suelo las herbáceas perennes y no perennes. Los arbustos y pastos de hoja perenne, generalmente nativos, se dejan o simplemente se recortan para darles y mantener la forma.
El jardín está en su mejor momento a finales de la primavera y el verano. Claro que, el fuerte enfoque en la plantación de hoja perenne nativa de Nueva Zelanda y el espectacular entorno del jardín significan que tiene algo que ofrecer durante todo el año.
Fotos e información: Fishermans Bay Garden
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