Si un cliente compra y, además, paga, buena cosa es. Pero, si además te regala una planta, es todo un privilegio. Por eso creo que siempre debemos ver el vaso medio lleno, es mejor, siempre hay algo que nos ayuda a verlo así. Es cuestión de fijarse bien en pequeños detalles.
El regalo en cuestión fue, como le llamarían los persas a esta planta (jazmín), un ‘regalo de los dioses’. Un precioso Jasminum sambac (Diamela o Jazmín de Arabia) de flor triple ‘Duque de Toscana’. Arbusto trepador, originario de India, Birmania y Bangladesh, con bellísima flor de pequeño tamaño y profundo aroma, que utilizan para aromatizar el té de jazmín.
El nombre de esta variedad se debe al Primer Gran Duque de Toscana, Cosme de Médici, a quien le gustaba cultivar, en secreto, plantas raras y exóticas su jardín. Pues muy agradecidos estamos, porque es un jazmín absolutamente maravilloso. Su crecimiento es algo desordenado, lento y lo hace como arbusto. Parece ser, necesita una buena poda después de florecer.
Es una pena que no pueda transmitiros este perfume evocador, que transporta a escenas de Las mil y una noches, a exóticos lugares, a sueños que casi se tocan.