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Macasar (Chimonanthus praecox, sin. C. fragans), fragancia en el jardín de invierno

Macasar. Chimonanthus praecox sin. C. fragans
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Flores fragantes de Macasar (Chimonanthus praecox ‘Grandiflorus’) | © Cambridge University Botanic Garden

Considerada una de las mejores plantas del jardín de invierno, las flores cerosas de color amarillo pálido del macasar (Chimonanthus praecox, sin. C. fragans) nacen de las ramas desnudas entre diciembre y marzo. A su belleza, tenemos que unir la penetrante fragancia que emiten, siendo capaces de perfumar un jardín durante los fríos meses de invierno.

Macasar (Chimonanthus praecox, sin. S. fragans)

Hay arbustos sin grandes pretensiones la mayor parte del año, pero que consiguen ser protagonistas en el jardín gracias a la fragancia de sus flores en los meses de invierno. Uno de ellos es el macasar, de nombre científico Chimonantus praecox (sin. C. fragans),

Chimonanthus praecox es una de las seis especies del género, todas originarias de China. Es un arbusto de hoja caduca, cuya área de distribución nativa se encuentra en el centro y el sur de China, donde crece principalmente en el bioma templado.

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Chimonanthus praecox ‘Grandiflorus’ | © Cambridge University Botanic Garden
Hojas y frutos de Chimonanthus praecox ‘Grandiflorus’ | © Luigi Chiesa en Wikipedia

El macasar tiene un hábito de crecimiento tupido y muy ramificado. Puede alcanzar hasta 2 o 3 metros de altura. Sus hojas, largas y caídas, tienen de 5 a 12 centímetros de largo, son de color verde oscuro brillante y con forma de lanza.



En invierno, de las ramas desnudas y leñosas del macasar, brotan flores solitarias o en pequeños grupos, casi sin tallo, que surgen en la unión de los brotes de la temporada anterior y son muy atractivas para las abejas. Los tépalos exteriores, casi transparentes, son de color amarillo pálido; y los tépalos interiores son más cortos y de color rojizo oscuro.

Pero si hay algo que da un valor especial a las flores de macasar es la fragancia intensa, penetrante y, a la vez, delicada que emiten, siendo capaces de perfumar el jardín durante los meses más fríos del año.

Su fragancia se ha descrito como una mezcla de narciso (tipo junquillo) y violetas, pero también se suele asociar con un fragancia frutal, mezcla de plátano y piña. Sea como sea, podría decirse que el macasar te indica el camino y se huele antes de verlo. Al fin y al cabo, el olfato es el más primitivo de nuestros sentidos, y en la quietud del invierno, el aroma de algunas plantas se presenta como un delicado murmullo.

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Chimonanthus praecox | Wikipedia

Al parecer, esta planta aromática es muy apreciada en la medicina popular China, donde se usa para tratar el sarampión, tos, amigdalitis y faringitis. También se utilizan sus aceites esenciales en cosmética, perfumería y aromaterapia. Además, sirve para dar sabor al té de hierbas y para aromatizar la ropa de los armarios.

Macasar en el jardín

En China, el macasar lleva más de mil años cultivándose como planta ornamental, y fue introducido en los jardines de Europa a finales del siglo XVIII.

Durante el verano, es una planta de fondo para otras plantaciones de temporada llenas de color. Claro que, al llegar el invierno, cuando pierden las hojas, sus fragantes flores son la razón por la que se suele apreciar esta especie en esquemas de plantación de aquellas áreas del jardín que han sido diseñadas específicamente para ofrecer interés ornamental durante los días más fríos del año. Creo que ningún jardín de invierno prescinde de esta planta.

En la Alhambra, donde el macasar suele ser la planta del mes de enero, se encuentra a lo largo del Paseo de las torres, en los jardines que se extienden desde el Partal hasta el Generalife, a lo largo de la parte interior de la muralla. Además, Fran Villegas, jardinero de la Alhambra, también reconoce su maravillosa fragancia y comenta que el macasar en esa zona está muy relacionado con los Cármenes de Granada, destacando «cómo endulzan de aroma las callejuelas albaicineras«.

Crecimiento tupido y muy ramificado de Chimonanthus praecox ‘Grandiflorus’ | © Cambridge University Botanic Garden

Generalmente libre de plagas y enfermedades, el macasar es un arbusto de bajo mantenimiento. Conviene cultivarlo en suelo húmedo, pero bien drenado, y fértil, preferiblemente situado en una posición protegida a pleno sol o semisombra. Es una planta resistente, pero si se sitúa contra una pared cálida, esto ayudará a obtener la mejor exhibición de flores.

Requiere poca poda, y la recomendación es que no se pode cuando todavía es joven, es decir, que debemos esperar a que el arbusto esté establecido para no retrasar el inicio de la floración (suelen comenzar a florecer a partir del cuarto año).

Chimonanthus praecox ‘Grandiflorus’ | © Cambridge University Botanic Garden

A partir de entonces es cuando se pueden recortar los brotes más largos, bajándolos a dos nudos de la base. Esto debe hacerse inmediatamente después de la floración, a finales del invierno o principios de la primavera. Con ello, nos aseguramos de que tenga un tamaño manejable y una floración profusa, que se producirá a la altura de los ojos.

Podemos propagar el macasar por esquejes de madera blanda en verano, o por semillas recolectadas en otoño, que se dejan fuera en un marco frío durante el invierno.

Una recomendación, bastante obvia, suele ser que no se plante junto a otros arbustos de floración invernal fuertemente perfumada; del mismo modo que es un acierto plantarlos junto a aquellas plantas que perfuman el jardín con sus flores durante el verano; o trepadoras que puedan aportar el color con sus flores, ausentes ya en el macasar.

Chimonanthus praecox ‘Concolor’ | Wikipedia

Existen dos variedades cultivadas de Chimonanthus praecox que difieren en el tamaño y el color de las flores: C. praecox ‘Grandiflorus’, con hojas más grandes y flores de un amarillo más intenso; y C. praecox ‘Luteus’, también llamada ‘Concolor’ (imagen superior), con pétalos completamente amarillos, ausentes de la coloración púrpura interior.

Fotos  Cambridge University Botanic Garden   y Wikipedia.



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