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Es bien conocido que el barril de madera, también llamado barrica, cuba o tonel, es un recipiente cilíndrico fabricado en madera que sirve como medio de almacenamiento y transporte de elementos líquidos o sólidos. También es conocido que, partidos por la mitad, esos barriles o barricas se pueden convertir en atractivas macetas o contenedores.
Desde la Antigüedad, el uso tradicional de las barricas ha sido el almacenaje de líquidos, como agua, whisky o cerveza, aunque quizás el uso más frecuente y conservado lo constituyen las barricas para elaborar y mejorar vinos. Pero también sirvieron en su día para el transporte y almacenaje de innumerables productos como la mantequilla, aceitunas, aceite, cerveza, pescados en salazón, harina, pólvora, sal, azúcar, etc.
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La estructura del barril o barrica de madera está formada por duelas, unas piezas de madera ahormadas para conseguir el perfil cóncavo del barril, que están sujetas por aros anchos de metal o “zunchos” y cerradas con tapas plantas, también de madera, llamados “fondos”. Los primeros barriles o barricas estaban atados con aros de madera y en el siglo XIX estos fueron reemplazados gradualmente por aros de metal que eran más fuertes, más duraderos y ocupaban menos espacio.
Una madera buena para hacer barricas tiene que contar, entre otras propiedades, con buena permeabilidad, baja porosidad y alta durabilidad. Los barriles de madera modernos para la elaboración de vino están hechos de roble común francés (Quercus robur), roble blanco (Quercus petraea) o roble blanco americano (Quercus alba).
Macetas con medias barricas
Las características de esas barricas o barriles hacen lógico que se hayan convertido en una opción interesante, especialmente cuando se cortan por la mitad, para utilizarlas como macetas, ya que ofrecen una larga vida en el jardín o en espacios abiertos. Pero antes tenemos que asegurarnos de que se cumplan una serie de requisitos, como que el fondo de la barrica tenga orificios de drenaje y que utilicemos barricas que estén hechas de madera de roble, térmicamente tratada para proteger las macetas de las inclemencias del tiempo y minimizar la absorción de humedad.
También es importante tener en cuenta que no es buena idea colocarlos directamente encima del césped o la tierra, ya que con el tiempo pueden pudrirse al no recibir suficiente ventilación. Lo ideal es situarlos en suelo o sobre grava. Cualquier rincón del porche, terraza o patio se convierte en el lugar ideal para situar nuestra barrica.
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Es preferible decidir un lugar definitivo, porque una vez llenas son pesadas de transportar y corremos el riesgo de estropearla si no se hace adecuadamente. No obstante, las barricas disponibles en el mercado suelen venir con accesorios que incluyen asas laterales y ruedas que facilitan la movilidad de la maceta. Las ruedas apenas son visibles ya que se sitúan en la parte inferior de la barrica, repartiendo el peso de forma proporcional.
Estas barricas son perfectas para realizar arreglos de temporada, seleccionando combinaciones de especies que ofrecen su mejor cara en cada estación, ya sea por el follaje, la floración o sus frutos. De este modo, siempre tenemos una exhibición de plantas asegurada allí donde hayamos decidido colocar nuestra barrica.
Foto Hortus Botanicus Amsterdam |
Siempre me llamaron la atención las macetas que exhiben en el exterior e interior de Hortus Botánicus, el jardín botánico situado en el centro de Àmsterdam. Pero hay muchos más ejemplos inspiradores. Al final, como en la vida misma, todo depende de nuestras posibilidades, nuestros gustos y nuestra creatividad.
He seleccionado 6 modelos con diferentes tratamientos, pero siempre procedentes de barriles originales en madera de roble y producidos a mano. Las barricas vienen cortadas a la mitad para utilizarse como macetas. En todos los casos, existe la posibilidad de incluir el orificio de drenaje, ruedas y asas laterales. Si cambiamos de opinión, siempre nos pueden servir como mini estanque o para recoger el agua de lluvia.