Se inspiró en ciudades como Londres, Roma, Barcelona o París, y en esta etapa final de su gira europea, Woody Allen se queda en la Riviera francesa y se traslada a los años 20, con glicinias y hortensias azules incluidas, además de rosas, para su película Magia a la luz de la luna.
El próximo viernes 5 de diciembre se estrena en España su última película, Magia a la luz de la luna (Magic in the Moonlight) y, obviamente, sólo su título despierta curiosidad. Pero no voy a hablar de cine ni de magia, bueno, de magia sí, porque los exterioresque ha buscado son, como suelen serlo en sus películas, ciertamente mágicos.
¿Dónde nos lleva esta historia? Entre otros lugares, veremos numerosas escenas con jardines como telón de fondo que no pueden pasar desapercibidos. La mayor parte del rodaje se realizó en Niza y para ambientar las escenas del Castillo se fundieron tomas de dos lugares:
- La Villa Eilenroc, en Cap d’Antibes, construida en la década de 1860 por el arquitecto Charles Garnier, quien también diseñó la Ópera de París y que ha recibido huéspedes ilustres a lo largo de los años, desde Claude Monet a Greta Garbo. En 1982 su propietaria, la señora Beaumont, legó la mansión a Antibes Juan-les-pìns, ciudad con un rico pasado histórico y arquitectónico. En 1988 sus jardines se abrieron al público y en 2003 se inauguró un jardín de rosas, que hoy en día cuenta con cerca de 6.000 rosas de unas 800 variedades cultivadas en la Costa Azul. Al jardín de rosas se unieron después la creación de un olivar y un eco-museo.
- Villa la Renardière en Mouans-Sartoux. Se comenta que Woody Allen se enamoró de sus jardines y fachadas que le sirvieron de inspiración.
También habrá escenas en el Hotel Belles Rives, una mansión de estilo art-deco donde residieron Scott y Zelda Fitzgerald; o en el lujoso Château du Rouet, situado a en un hermoso viñedo al pie de las montañas de Esterel.
Magia en estado puro. Es Woody Allen, a quien se admira o se detesta, porque en raras ocasiones deja indiferente. Con 79 años recién cumplidos, nos lleva otra vez de paseo y lo hace por todo lo alto, incluido el improvisado refugio de la pareja protagonista en el Observatorio de Niza, situado en la cima del Mont Gros y cuya cúpula diseñó Gustave Eiffel.