Mencionamos la palabra motosierra y automáticamente nuestra mente se sitúa en un seto o cualquier trabajo de mantenimiento de jardín que requiera su servicio. Pero no, no siempre es así. En ocasiones el trabajo de ese instrumento continúa en el jardín, pero el fin es otro.
Hay árboles muertos que pueden tener una segunda oportunidad gracias a la motosierra, bueno, en realidad, gracias a la genialidad de personas con sensibilidad. De esa tarea se encargan artistas capaces de apreciar la madera de esos árboles que han muerto; su corazón, sus incisiones, sus nudos y su potencial. Para disfrutar de ese trabajo estamos los demás, si tenemos la suerte de pasear por ese jardín donde se sitúan las esculturas.
Marc Nucera es un arquitecto paisajista cuyo jardín, ubicado en Noves, localidad y comuna de Francia, en la región de Provenza-Alpes-Costa Azul, alberga una gran colección de esculturas, como si de una sala de exposición permanente se tratara.
Todas sus obras están realizadas sobre piezas de madera que procede, en su mayoría, de piezas de árboles muertos que ha ido encontrando en diferentes momentos de su trayectoria profesional. Madera en la supo ver su potencial artístico y no dudó en recoger para, posteriormente, transformar en esculturas o elementos decorativos para el jardín, un trabajo artístico cargado de simbolismo, que hoy en día está reconocido por grandes profesionales del diseño de jardines.
De su padre, carpintero, heredó su destreza y amor por la materia prima. De su oficio como paisajista su sensibilidad y sentido de la ecología. Sus esculturas son el resultado de ambas facetas y, además, de apreciar y valorar los recursos naturales. Todo ello lo adereza con una buena dosis de creatividad. Supongo que a eso es justo llamarlo arte.
FOTOS: Tim Perceval y CLIVE NICHOLS