Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Larry Albee)
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Un paisaje para estar en él, no tanto para mirar. Esa era la intención. Hay varios pequeños arroyos y humedales que atraviesan todo ese espacio; y un sistema completo de 3 kilómetros de senderos permiten a los visitantes observar de cerca las comunidades de plantas del Meadow Garden, las praderas en el jardín botánico de Longwood Gardens que abarcan 35 hectáreas.
He mostrado en varias ocasiones algunos detalles de los exquisitos jardines formales de ese extraordinario jardín botánico en Kennett Square, Pennsylvania. Pero hoy el turno le toca a las praderas, no tan formales, pero sí muy trabajadas, y un verdadero escaparate donde exhibir «las mejores prácticas en diseño de jardines ecológicos con intervenciones artísticas»
Meadow Garden
Este «Jardín de Praderas» de Longwood Gardens fue diseñado por el arquitecto paisajista Jonathan Alderson, junto a un equipo de artesanos locales. A los prados originales se le fueron añadiendo parcelas hasta alcanzar casi 35 hectáreas de extensión.
Un nuevo ejemplo de jardines experimentales desarrollados y mantenidos en determinados jardines botánicos, con el objeto de investigar y crear un vínculo entre horticultura y ecología.
Monarda fistulosa y Rudbeckia. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (
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Eutrochium. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens
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Las praderas en Longwood Gardens –Meadow Garden– buscan que las especies, nativas y naturalizadas, capturen la energía del sol y proporcionen alimento a la fauna silvestre, manteniendo la salud del aire, el agua y el suelo. A ello hay que unir la belleza del paisaje creado, que juega entre la naturaleza siempre cambiante de las praderas y la intervención del hombre, en este caso, bajo criterios de sostenibilidad.
Se ha querido crear una mezcla de arte de la horticultura
con la ciencia de la ecología, proporcionando con ello un tapiz de textura y color que cambia con las estaciones
Puede parecer que un jardín diseñado bajo criterios de diseño ecológico y que incluye mayoritariamente especies nativas está libre de mantenimiento. Sin embargo, la realidad es bien distinta. Lo dicen todos los expertos en este tipo de práctica hortícola. En realidad, no existen jardines sin mantenimiento, siempre hay algo que quitar, poner o recortar. Por lo tanto, al menos durante los primeros años, no debemos pensar que eso es posible. Una vez que se establecen, en el caso de una pradera podrían ser unos cuatro años, se hacen autosostenibles y el mantenimiento prácticamente desaparece.
En esta pradera de Longwood Gardens se ha querido crear una mezcla entre el arte de la horticultura y la ciencia de la ecología, proporcionando con ello un tapiz de textura y color que cambia con las estaciones.
Entre las especies que pueden apreciar los visitantes que recorren ese jardín, destacan plantas nativas, dispersadas y agrupadas en isletas de flores silvestres y gramíneas, cuya paleta cambia durante el año.
Las plantas
La pradera ornamental original se duplicó en extensión y, con ello, el número de especies ya existentes en el prado y el borde del bosque, que se aumentó incluyendo 100 especies nuevas en el proyecto inicial.
Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Carol DeGuiseppi)
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Los árboles florecientes nativos bordean los bosques del Meadow Garden, entre ellos destacan Cornus florida, Chionanthus virginicus, Amelanchier laevis y Cercis canadensis. Todos ellos proporcionan bellas flores durante la primavera, justo antes de que gran parte de la pradera tome altura.
Algunas especies autóctonas de roble (Quercus) desempeñan un papel ecológico importante en la transición de prados a bosques. Son árboles que albergan muchos insectos que sirven de alimento a las aves nativas, y proporcionan esas bellotas que se convierten un manjar para diversas especies, como los ciervos nativos y el pavo salvaje (Meleagris gallopavo).
En verano y otoño, las bayas que alimentarán a muchos pájaros las proporciona Amelanchier laevis y diferentes especies de Cornus.
Por supuesto, también es necesario atraer polinizadores, y de eso se encargan especies que aportan floraciones vistosas, su rico néctar y las semillas. Entre ellas, Lobelia cardinalis, Eutrochium fistulosum y Chelone glabra. Hay que destacar dos especies, Asclepias syriaca y Asclepias tuberosa, que son plantas hospederas importantes para la amenazada oruga de la mariposa monarca; Monarda fistulosa y Penstemon digitalis.
Las gramíneas incluyen especies como Andropogon virginicus y Schizachyrium scoparium. Todas proporcionan semillas para las aves en otoño e invierno, y añaden color y textura interesantes a la paleta de la pradera. Además, sus sistemas de raíces profundas rompen el suelo compactado y permiten que el agua se infiltre en la tierra, ayudando a absorber la escorrentía y recargar los acuíferos.
En definitiva, se trata de un jardín que proporciona el tipo de hábitat esencial para la supervivencia de las especies vegetales y animales autóctonos, pero lo hace observando la tierra que ya tenían y aprendiendo de las buenas prácticas hortícolas tradicionales (siembra, poda, etc.). Supongo que es un jardín que mira al futuro y sus necesidades medioambientales, pero “pisando” la tierra firme del pasado.
Un trabajo que ahora parece sencillo, pero que ha supuesto años de ensayo y error.
Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Carol DiGuiseppi)
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Compromiso con las prácticas sostenibles
Para crear todos los elementos estructurales que componen el Meadow Garden se contó con una comunidad de artesanos, carpinteros, herreros, escultores y jardineros, que trabajaron con materiales respetuosos con el medio ambiente y de origen local, para construir puentes, pabellones y cantería. Incluso los bancos repartidos por los senderos están hechos de árboles caídos de Longwood.
No podemos realizar desde aquí ese interesante paseo. Nos tendremos que conformar con algunas fotos para poder imaginarlo.
No podemos realizar desde aquí ese interesante paseo. Nos tendremos que conformar con algunas fotos para poder imaginarlo.
Packera aurea y Fothergilla. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Colin McCallum-Cook.)
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Rudbeckia hirta. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Hank Davis)
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Izquierda: Sorghastrum nutans • Derecha: Heliopsis helianthoides. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Candie Ward)
Erigeron pulchellus y Rudbeckia. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Daniel Traub)
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Helianthus. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens ( Carol DeGiuseppi)
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Helianthus y Solidago. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Hank Davis)
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Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (
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Webb Farmhouse. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Carol DeGuiseppi)
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Cabezas de semillas de Heliopsis helianthoides,Eupatorium hyssopifolium y Monarda fistulosa. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Carol DeGuiseppi)
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Juniperus virginiana. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Tom Potterfield)
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Meadow Garden. Foto Longwood Gardens
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Liatris spicata. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Daniel Traub)
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Asclepias tuberosa y mariposa cometa negra (Papilio polyxenes). Meadow Garden. Foto Longwood Gardens
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Cirsium discolor. Meadow Garden. Foto Longwood Gardens
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Meadow Garden (finales agosto- septiembre) . Foto Longwood Gardens (Hank Davis)
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Eutrochium y mariosa Monarca (Danaus plexippus). Meadow Garden. Foto Longwood Gardens
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Meadow Garden. Foto Longwood Gardens (Larry Albee)
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Fotos e información LONGWOOD GARDENS
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