A finales del siglo XIX los artistas estadounidenses comenzaron a mostrar un interés especial por los jardines como motivo artístico, al tiempo que crecía su interés por el arte de la jardinería en sí.
Hace unos días visitamos los jardines del Museo Florence Griswold, la casa de los impresionistas americanos. Me ha resultado casi imposible evitar detenerme allí, para echar un vistazo a la exposición que actualmente se exhibe en ese museo: The Artist’s Garden: American Impressionism and the Garden Movement, 1887–1920 (El Jardín del Artista. Impresionismo Americano y el Movimiento del Jardín, 1887-1920), organizada por la Academia de Bellas Artes de Filadelfia, Pensilvania.
Cambio político y social. Movimiento del Jardín
Tal y como indica el título de esta exposición, la muestra nos invita a hacer un recorrido por un periodo en la historia de Estados Unidos (1887-1920) y, además, explora un movimiento artístico. La época estuvo marcada por un cambio político y social intenso en Estados Unidos. Las mujeres jugaban un papel importante en las causas progresistas de la época, entre ellas el sufragio femenino.
En ese momento de cambio importante para las mujeres, el llamado “Movimiento del Jardín” en ese país estuvo liderado por ellas, quienes combinaban la jardinería, con intereses creativos en el arte y la escritura.
Sin embargo, a pesar de que las mujeres avanzaban hacia un estado de mayor igualdad e inquietud por lograr una superación personal y profesional, todavía era frecuente ver pinturas presentando a mujeres con una visión un tanto idealizada y sentimental, esa tendencia tan habitual a equiparar a las mujeres con la belleza de las flores. Veremos muchas obras con esa proyección.
Del paisaje salvaje al jardín exuberante
Pero la exposición también quiere dejar patente un cambio de actitud en los artistas norteamericanos de esa época, totalmente cautivados por el impresionismo europeo. El paradigma ya no era una naturaleza salvaje, sino paisajes más íntimos y domésticos. El jardín sería su entorno y nada mejor para capturar la luz, que un jardín exuberante bajo los rayos del sol del verano.
No eran solo los pintores, los estadounidenses en general estaban experimentando la pasión por los jardines. Existían ya numerosas actividades relacionadas con las flores y la horticultura. La jardinería a finales del siglo XIX se convirtió en una actividad de ocio de la clase media, que podía equipararse entre las bellas artes de la pintura, la escultura y la arquitectura.
Monet y el impresionismo francés
Los jardines representados por los artistas norteamericanos de la época estuvieron marcados por las experiencias vividas en sus largos períodos pasados en Europa. El impresionismo francés sería su punto de partida y Monet, además, su forma de descubrir la pasión por la horticultura. Visitaron otros países, entre ellos Italia, y regresaron a Estados Unidos para abrazar la jardinería y descubrir la luz sobre rosales y malvarrosas.
Algunos de ellos crearon sus propios jardines como modelos, llenaron sus cuadros de vivos colores, de flores y a veces, de mujeres tan bellas como las flores. Porque los cambios sociales son lentos, pero si se persevera, son seguros.