Junto al vivero, hay una larga recta que cruza dos grandes tablas de cultivo. En ellas hemos visto cultivar cebollas, coles, patatas, sandías, ajos, etc., pero lo mejor, sin duda, las lechugas de todas la variedades. Hacían una alfombra de colores fabulosa. Las cultivaban sobre tierra abonada con gallinaza o similar.
Si el hedor de un abono orgánico es directamente proporcional a su calidad y capacidad nutritiva, os aseguro que éste era un abono de primera. Insufrible soportarlo. El premio. Esas frescas y coloridas lechugas.
Ahora, gran parte del terreno está sin cultivar. Algunas zonas en barbecho pero otras no, a juzgar por la cobertura de jaramago blanco. Una pena, pero, puesto que casi tenemos una invernal estampa ‘nevada’, os muestro como va avanzando el jaramago blanco (Diplotaxis erucoides) por toda la zona.