Desde el amarillo dorado brillante hasta el cobre apagado y el escarlata profundo destacan en otoño en el Jardín Botánico de Misuri. El colorido follaje de los más de 5.500 árboles, una de las colecciones más antiguas del jardín, no defrauda. Pero, además del cambiante dosel, otras plantas, como los crisantemos que caen en cascada a lo largo de un muro de piedra, colorean la estación.
No cabe duda de que la primavera puede ser la temporada por excelencia para disfrutar de vistosas flores, pero también es cierto que nada supera al otoño cuando despliega esa impresionante belleza del follaje otoñal en la naturaleza o en los jardines domesticados por el hombre. Si hablamos de jardines botánicos, y especialmente de arboretos, el espectáculo está servido.
Parece que cada vez nos acercamos más a las puertas del invierno, pero antes de que lleguemos a esa frontera, he querido descubrir cómo es el otoño en el Jardín Botánico de Misuri, donde un dosel arbóreo que forman más de 5.500 árboles crece en las diferente áreas de ese jardín. Y lo que he visto me ha fascinado, todo hay que decirlo.
Missouri Botanical Garden
El Jardín Botánico de Misuri, en el sur de la ciudad de St. Louis, es el jardín botánico más antiguo de los Estados Unidos en funcionamiento continuo. Se abrió al público en 1859 y pronto comenzó a crecer en la tradición europea de exhibición hortícola combinada con la educación y la búsqueda de nuevos conocimientos. Durante 162 años, el Jardín ha sido un oasis en la ciudad, un lugar de belleza, exhibición hortícola y ocio, pero también un centro de investigación botánica, educación científica y conservación.
El Jardín ofrece hermosas exhibiciones hortícolas, que incluyen un imponente jardín japonés, arquitectura histórica y una de las colecciones más grandes del mundo de flora rara y en peligro de extinción.
Además del jardín de 32 hectáreas, ubicado en el sur de St. Louis, el Jardín Botánico de Misuri tiene otras dos propiedades fuera de los límites de la ciudad: la casa de las mariposa (Sophia M. Sachs Butterfly House), ubicada en el Parque Faust de Chesterfield, que se estableció en 1995 para aumentar la conciencia sobre el hábitat natural en el que prosperan las mariposas; y la reserva natural de 970 hectáreas (Shaw Nature Reserve), establecida en 1925 en Gray Summit para proteger la colección de plantas del Jardín Botánico de Missouri de la contaminación por humo de la década de 1920.
Los 5.500 árboles que crecen en el Jardín corresponden a 1.100 especies, que incluyen desde imponentes robles nativos de Missouri hasta pequeñas pero llamativas magnolias estrelladas (Magnolia stellata) originarias de Japón.
A esa colección arbórea hay que sumar el propio dosel expansivo de la reserva natural del Jardín en Gray Summit (Shaw Nature Reserve), así como, los árboles tropicales que crecen bajo vidrio en el interior del invernadero conocido como Climatron y en la casa de mariposas (Sophia M. Sachs Butterfly House) ubicada en Chesterfield.
El otoño
Si hay un lugar en el Jardín Botánico de Misuri donde el otoño explota en mil tonos es el jardín japonés de 5,6 hectáreas inaugurado en 1977, un jardín de paseo cuya característica principal se encuentra en un lago de 1,6 hectáreas y cuatro islas: Tortoise Island y Crane Island, ambas símbolos de longevidad en la tradición japonesa, son inaccesibles para el público (no les llega ningún puente); Paradise Island, formada por tres grandes rocas es el centro simbólico del jardín; y Teahouse Island, la isla más interna, conectada al continente por dos pasarelas.
En el jardín japonés, los árboles alcanzan sus colores otoñales a finales de octubre y en las primeras semanas de noviembre, un paisaje cambiante que se aprecia bien desde el puente Koi de ese jardín.
La Teahouse Island es una de las primeras áreas del Jardín Botánico de Missouri en comenzar a mostrar su color otoñal a principios de octubre. También aparecen en el jardín japonés los coloridos crisantemos cultivados «en cascada» que cuelgan a lo largo de un muro de piedra en el borde occidental del jardín.
Por lo general, la caída de esos crisantemos se forma durante los meses de verano, suspendiéndolas de rejillas de alambre para mantener el crecimiento de las plantas en una determinada dirección, en este caso, en cascada. Entre las variedades que responden bien a esa técnica se encuentran Chrysanthemum ‘Bronze Charm’, con flores sencillas en tonalidades bronce; ‘Firechief’, con flores sencillas en color rojo; y ‘Megumi’, con flores tipo anémona de color amarillo brillante.
Dentro del área que ocupan los jardines formales, se encuentran los Knolls, un pintoresco paisaje que presenta una topografía ligeramente ondulada y grupos de árboles y arbustos ingeniosamente colocados, donde en otoño llama la atención el color del follaje de los árboles híbridos de nogal, Carya x laneyi, que no cambia gradualmente, como lo hacen la mayoría de los árboles en otoño, porque sus hojas cambian todas a la vez, lo que da como resultado un verdadero espectáculo.
Claro que, en este paseo de otoño es posible que también encontremos diferentes variedades de arces, tilos, manzanos ornamentales, zumaques fragantes, tuliperos, liquidámbares, guillomos, magnolios, tupelos, boneteros alados y falsos alerces. Eso y algún que otro puente si paseamos por el jardín japonés.
Fotos: Missouri Botanical Garden y STL From Above
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