El palo borracho (Ceiba speciosa) es un árbol impresionante originario de Sudamérica, con tronco abombado, aguijones cónicos y, sobre todo, bellísimas flores.
<< Al comienzo del mundo todas las aguas estaban reunidas dentro de un gran palo borracho. Este árbol tenía una ventanita por donde los hombres sacaban agua y pescaban. Podían pescar cualquier clase de pez menos el dorado, considerado el pez sagrado o el padre de los peces.
Pero un día un hombre llamado Tokua decidió pescar un dorado para fabricar una vincha para enamorar. Al atrapar al dorado el palo borracho reventó y las aguas se desparramaron por la tierra formando mares, ríos y lagunas.
Otra versión dice que Tokua, acompañado de otro hombre , llegaron hasta el palo borracho y entrando por la ventanita sacaron diez peces grandes. Una costumbre aborigen prohíbe sacar más peces de los que se va a comer.
El árbol estaba enojado y como los hombres habían dejado la ventanita abierta, por ella salió el agua con mucha fuerza. Tokua debió subir a una palmera para que el agua no lo ahogara pero la fuerza de la corriente lo fue llevando.
El acompañante de Tokua era un ser espiritual y se apiadó del hombre, le entregó una vara mágica que tenía mucho poder. Tokua iba corriendo y el agua lo seguía, daba vueltas y vueltas para engañarla pero igual siempre el líquido continuaba tras él. Así se fue formando el río Pilcomayo (río de los pájaros, en lengua quichua) y por eso tiene tantas vueltas.
Tokua se dio cuenta que cuando clavaba la varita en el suelo el agua se detenía. Así fue llevando al río de nuevo dentro del palo borracho, pero parte del agua ya había formado los ríos y las lagunas >>. De Historias del gran Chaco: El Origen de las Aguas – © del texto, Jorge Oliva © de la edición digital, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, julio 2007.
Del palo borracho (Ceiba speciosa -sin. Chorisia speciosa) hay mil y una leyendas, casi todas ya publicadas en Internet.
En realidad son muchas las cosas que se pueden decir de este árbol impresionante originario de Sudamérica (Brasil, Argentina, Paraguay, Perú y Bolivia), de su tronco abombado; sus aguijones cónicos; su ramas; su hojas; sus semillas cubiertas de fibra algodonosa; y su flores, cuyo néctar atrae a los colibríes y las mariposas monarca.
A diario paso delante de un ejemplar imponente. Cuando está en flor intento (llevo años haciéndolo) capturar sus espectaculares flores. Pero no es fácil, bailan, danzan sin cesar de un lado a otro, y están arriba, muy arriba, tan altas como los brazos del palo borracho, que se elevan año tras año, haciendo cada vez más espectacular su porte.
Creo que en esta ocasión algo he conseguido y aquí lo traigo, más contenta que unas castañuelas, porque no es más feliz el que más tiene… pero sí lo es el que la sigue y la consigue –y el que menos necesita ¡también!–, digo yo.
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