Ayer, 25 de Julio tenía que ser un día grande en Santiago de Compostela. Allí se dirigía mi sobrina el día 24 al final de la tarde, pero en otro tren y en otro sentido, porque ella lo hacía desde A Coruña. Mi hermana, su madre, podría haber elegido ese día para viajar en el tren Alvia que parte de Madrid a las 3 de la tarde con destino A Coruña. Pero no fue así, cuando reservó los billetes, decidió que sus vacaciones terminaban hoy viernes y esos dos días son los que la han separado de ese infierno.
Pero el infierno ayer estaba ahí, ante nuestros ojos y ¿Cómo se gestionan estas situaciones cuando sufres sin ser tú la víctima? Cuando la impotencia de no poder ayudar aumenta el dolor, que te acompaña incesantemente todo el día. Necesitamos sentirnos solidarios, pero no sabemos qué gesto puede resultar más generoso, el luto y silencio como acto de respeto o el homenaje en forma de recuerdos. Y ¿qué recuerdos? si no conocemos a las víctimas ni a sus familiares y allegados, cómo podemos saber qué es lo que les gustaría que dijéramos, que mostráramos, que hiciéramos. Y, por otro lado, el silencio casi impuesto en forma de luto ¿qué sentido tiene?
Difícil decisión. Tal vez, en realidad, misión imposible. No hay forma de ayudarles en la distancia. No hay consuelo para un dolor así. Hoy nada les reconforta, nada. Hoy, el que se ha ido, ya se ha ido y los que se han quedado están aterrados. Ni siquiera los familiares pueden comunicarse con nosotros porque es como si se hubieran quedado ciegos, sordos, mudos y, por lo tanto, cualquier gesto por nuestra parte, probablemente no sea más que un vano intento de sentirnos mejor, pero en absoluto les hará sentir mejor a ellos.
Ayer en twitter publiqué una serie de entradas de este blog y fotos que fui encontrado en la red que me parecieron especialmente inspiradoras sobre Galicia y, a medida que lo hacía pensaba ¿por qué estás haciendo esto? pregunta que nunca encontró respuesta. Cuando terminó el día consideré que no tenía sentido y eliminé una por una las imágenes. Ahora pienso que ciertamente no sirve de nada pero que, tal vez, más adelante les guste saber que hubo personas que se acordaron de ellos y en ese momento futuro, seguramente eso sí que pueda consolarlos y dar fuerza para continuar.
Esto no es un homenaje, sino un futuro homenaje, en silencio y con todo el respeto del mundo, pero sobre todo, con todo el cariño y afecto hacia las víctimas.
El reposo del peregrino
©Manuel Orero