Gran jardinera, que habla y escribe con destreza sobre diferentes temas relacionados con la jardinería, los arreglos florales y la cocina. Todos esos ingredientes tienen un sabor especial, porque están impregnados de la experiencia de Sarah Raven en Sissinghurst y perfectamente emulsionados gracias a su actividad hortícola en Perch Hill.
No necesita publicidad, es sobradamente conocida, al menos entre los amantes de la jardinería inglesa y apasionados de los jardines comestibles, de las flores, de la vida en el jardín.
Hablé de Sarah Raven al comentar el libro Sissinghurst: La Creación de un Jardín, de Vita Sackville West, uno de los jardines más inspiradores del mundo y que Sarah Raven conoce bien, puesto que ha vivido -y “jardineado”- allí junto con el escritor Adam Nicolson, su marido e hijo de Vita Sackville West.
Pero Sarah Raven ha escrito sus propios libros y numerosos artículos en revistas inglesas de jardinería de gran prestigio. Además, la carrera televisiva de Sarah incluye presentaciones para la BBC británica en una serie de programas como Gardeners’ World; la serie emitida en 2014 Great British Garden Revival y numerosas apariciones para el Chelsea Flower Show.
Nueve años en Sissinghurst y vuelta a Perch Hill
A pesar de que a más de un amante de la jardinería le pueda parecer un sueño vivir en una finca histórica de esa magnitud, la realidad es algo diferente, al menos por lo que se desprende de las vivencias de Sarah Raven y Adam Nicolson. Después de nueve años residiendo en Sissinghurst, en septiembre de 2013 regresaron a Perch Hill Farm, su granja en Sussex, Reino Unido, que han convertido en su paraíso. Allí ya no hay estrictas reglas y disciplina como las que exigía vivir en Sissinghurst. No en vano, residir en un jardín histórico de semejante calado no debe ser sencillo, especialmente si tus preferencias están más cerca de una vida algo más espontánea. Sissinghurst Castle y sus jardines están desde entonces custodiados por la organización National Trust.
Perch Hill Farm es ahora, no solo su paraíso, sino también una escuela, un lugar donde Sarah imparte cursos y charlas relacionados con diferentes actividades hortícolas especialmente orientadas al aspecto doméstico del jardín. También cultiva plantas que después comercializa y, por supuesto, vive y disfruta de la vida en el jardín.
Cultiva aquello que vas a comer
Pero si hay algo que caracteriza especialmente a Sarah Raven es su pasión por la vertiente más comestible de los jardines. Al fin y al cabo, el origen del jardín está relacionado con el cultivo de verduras y hortalizas. En Perch Hill cultiva plantas con fines ornamentales, sí, muchas, ahora las flores de los tulipanes, por ejemplo, son las estrellas de ese jardín. Sin embargo, ella tiene muy claro que los protagonistas en los jardines tienen que ser los productos que compramos y consumimos todas las semanas. No deben faltar verduras, hortalizas, frutas, etc.
Esos alimentos que nos puede proporcionar el jardín son la debilidad de Sarah. Es precisamente esa forma de concebir el jardín la que suele orientar los cursos y charlas, en las que enseña desde cómo crear las estructuras necesarias para iniciarte en el cultivo alimentos en el jardín, hasta los pequeños trucos que ayudan tener éxito con la cosecha y lograr recoger algún que otro fruto de esas semillas que sembramos con gran ilusión.
Por supuesto, las flores, las ornamentales cultivadas en el jardín de flores, y las comestibles que brotan en el kitchen garden, también abundan en su jardín y en sus enseñanzas. Al final, cuando ves las imágenes piensas: no sé qué me parece más bonito si esa preciosa dalia que acaba de florecer o el ruibarbo que crece cerca. En realidad, todo es bonito, porque si algo tiene de mágico el jardín es esa capacidad de dar cabida al mero aspecto ornamental y a la faceta más práctica, sin perder ni un ápice de encanto y belleza.
Sarah Raven tiene aspecto, maneras y mirada de jardinera. Transmite pasión por todo lo que tiene que ver con la tierra, las plantas, las flores. Invita a reconciliarte con el jardín cuando el esfuerzo es intenso y los fracasos te desesperan. Una buena dosis de entusiasmo nunca viene mal.
fotos | sarah raven y The little red robin