Azul celeste y muy “quiero ser jazmín, pero me llamo plumbago”. Que no es un quiero y no puedo, ni mucho menos, porque Plumbago auriculata (sin. Plumbago capensis) –comúnmente conocido como plumbago azul, jazmín azul, azulina, celestina o plumbago del Cabo, entre otros nombres vernáculos– puede presumir de encantadoras flores azules que caen por los muros, bailan con el viento y se encienden con los rayos del sol, alegrando muchos rincones de jardines públicos y privados. Muy popular y querida, es difícil dejar de admirar esta planta trepadora, por bella y por buena.
El género Plumbago lo forman unas 23 especies aceptadas de arbustos (a veces trepadores), subarbustos y hierbas anuales o perennes, que presentan racimos de flores azules, blancas o rojas durante una larga temporada. Los plumbagos leñosos, coloridos y de larga floración, como Plumbago auriculata, son importantes plantas ornamentales de jardín a escala mundial.
En los jardines de Europa desde principios del siglo XIX
Ciertamente, Plumbago auriculata es una planta popular entre los jardineros de las regiones templadas, en áreas libres de fuertes heladas, donde florece desde la primavera hasta el otoño, incluso puede prolongar la floración hasta el invierno. En las regiones de clima mediterráneo es muy utilizada, no solo en jardines privados, sino en jardinería pública. Razones para esa notoriedad no le faltan a esta planta, cuyo cultivo parece que se inició en Europa a principios del siglo XIX.
Además de P. auriculata, otra especie utilizada en jardines es Plumbago indica (sin. P. rosea), originario del Sudeste Asiático, un arbusto de hoja perenne y hábito laxo, con tallos delgados que llevan hojas ovadas y racimos terminales de flores de color rojo escarlata brillante de 2 cm de ancho, en otoño o invierno.
Otro plumbago, en este caso nativo de la región mediterránea, es Plumbago europaea, una planta perenne, herbácea o algo leñosa en la base, con flores azul violeta o rosa. Conocida comúnmente como belesa, entre otros nombres vernáculos, esta especie se encuentra dispersa por casi toda la Península Ibérica, donde crece en lugares ruderalizados, taludes y bordes de cultivos.
Plumbago auriculata
Plumbago auriculata (sin. P. capensis) es un arbusto perennifolio semi-trepador oriundo de Sudáfrica, introducido en la Península Ibérica como consecuencia de su cultivo en jardinería. Hoy en día, la planta se encuentra naturalizada en vegetación ruderal a altitudes comprendidas entre los 0 y 500 metros sobre el nivel del mar. Pertenece a la familia Plumbaginaceae, la misma de la también popular y querida Ceratostigma plumbaginoides.
No es una planta invasiva, pero lo cierto es que crece con gran rapidez, tanto si se cultiva al sol o en semisombra. De hecho, alcanza rápidamente de 2,50 a 3 metros de altura, y puede llegar a tener una extensión de 2,50 metros en campo abierto.
Desarrolla tallos delgados y colgantes con hojas perennes en climas templados, que son enteras, oblongas, de color verde claro y brillante, y miden aproximadamente 5 centímetros de largo y 2 centímetros de ancho.
La planta comienza a florecer en primavera y finaliza con las primeras heladas. Produce racimos terminales de 10 a 15 centímetros con decenas de pequeñas flores color azul cielo, más o menos intenso, de 2 a 4 centímetros de largo. Inicialmente se presentan enroscadas, para irse desplegando en una corola de cinco sépalos que se sueldan a un tubo largo y estrecho. Existe una variedad que presenta flores blancas (P. auriculata ‘Alba’).
Fácil cultivo y cuidado
Fácil de cultivar, en suelo o en macetas, la mejor época para plantar Plumbago auriculata se encuentra entre marzo y abril, teniendo en cuenta que es más feliz si se cultiva en suelo bien drenado y fértil, a pleno sol o sombra parcial. Requiere riego regular al comienzo y, una vez que la planta está bien establecida, tolera períodos de sequía.
Hay que reconocer que a veces puede llegar a presentar un aspecto un tanto desaliñado, lo que hace necesario poner un poco de orden con tutores o dirigiendo el crecimiento.
Además, como sucede con otras plantas trepadoras moderadamente vigorosas, después de la floración necesita una poda anual, que puede realizarse al final del invierno o principios de la primavera. Lo ideal es recortar los brotes laterales a tres o cuatro yemas del marco permanente de ramas, lo que induce a un crecimiento más compacto y promueve la formación de botones florales en los brotes recortados.
Al mismo tiempo, se puede hacer una limpieza, eliminando los brotes superpoblados, enfermos o dañados. Por cierto, las hojas amarillas que aparecen cuando el pH del suelo es alto indican deficiencia de minerales. Un poco de fertilizante hará que se solucione todo. Por lo demás, pocos problemas suele dar y este plumbago apenas se ve afectado por plagas y enfermedades.
Si se desea, se puede reproducir a partir de semillas o por división de mata en primavera; y mediante esquejes de madera semidura hacia el final del verano.
Gran versatilidad en el jardín
Plumbago auriculata exhibe su gran versatilidad en el jardín, donde se puede utilizar en grupos o de forma aislada.
Además de la forma arbustiva erecta, es muy habitual ver crecer este popular arbusto como una trepadora enrejada sobre cualquier tipo de soporte; o en lo alto de un muro, aprovechando su porte colgante, lo que permite apreciar en todo su esplendor la cascada de flores azul cielo que despliega.
También funciona como una excelente cobertura del suelo, donde puede llegar a formar una hermosa masa gracias a su porte rastrero.
Plumbago auriculata se suele utilizar en en jardinería pública en largas alineaciones de setos y sobre muros bajos, desde donde sus flores se suspenden en cascada a ambos lados de veredas y senderos.
En el lado oeste del Paradise Garden, el jardín diseñado por Tom Stuart-Smith en RHS Garden Bridgewater, ocupa un lugar central la flora asiática, con una plaza central rodeada por árboles de árboles de hierro (Parrotia persica). En realidad, entre las especies asiáticas incluidas en esa área del jardín, se ha colado también alguna que otra planta sudafricana, como Plumbago auriculata y la madreselva del Cabo (Tecoma capensis). No he podido encontrar de momento ninguna foto que ilustre la presencia de P. auriculata en el maravilloso Paradise Garden, pero le seguiré el rastro.
Planta tradicional, pero no por ello menos interesante
Sin duda, Plumbago auriculata puede presumir de encantadoras flores azules que caen por los muros, bailan con el viento y se encienden con los rayos del sol, alegrando muchos rincones de jardines públicos y privados. Es ya una planta tradicional, pero no por ello menos interesante.
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