Cuando el retrato simbólico relaciona a la figura humana con elementos de la naturaleza, el artista tiene en su poder valiosas herramientas, como la luz propia de cada estación del año. Si a ello le unimos el color de las flores y gran sensibilidad, la obra tiene todas las de ganar. Podría ser una fotografía, pero en este caso se trata de una pintura al óleo de Ignacio Pinazo.
Este maravilloso retrato pintado por Ignacio Pinazo Camarlench, (Valencia, 1849–1916 Godella, Valencia) nos permite acercarnos hoy a la primavera. Aunque algunas de sus primeras obras fueron realizadas en Roma, la gran obra Pinazo se encuentra en Valencia y su paleta es mediterránea. Se ha escrito que Godella, el pueblo donde se trasladó a vivir a partir de 1886, fue para Pinazo como el Tahití para Gauguin. Godella fue su refugio, su descanso y, también, su inspiración. También se afirma que Pinazo formó parte de una serie de artistas, nacidos entre 1840-1850, que dieron un gran impulso al arte valenciano, cuyos frutos recogieron las generaciones siguientes (y entre ellos, Sorolla).
Retrato de María Jaumandreu | primavera
El Retrato de María Jaumandreu, pintado en 1885, es una alegoría de la primavera. Todo comenzó cuando, en ese mismo año, tuvo lugar una epidemia de cólera en la ciudad de Valencia. Pinazo pidió a José Jaumandreu retirarse a vivir a la villa que ese industrial tenía en Bétera, a las afueras de Valencia, para poder, así, estar alejado de la ciudad. Precisamente, a solo unos metros de ese término municipal escribo ahora e intento buscar la luz, el azul del Plumbago y el aroma de las rosas que aparecen en el retrato que Pinazo pintó en esa villa. No es difícil percibirlo, la verdad.
En realidad, esta pintura forma parte de una serie de cuatro retratos individuales que Pinazo realizó en 1885 en Villa María, en Bétera, al matrimonio Jaumandreu, a su hija María y a su socio Manuel Comas. Cada pintura representa una alegoría de las cuatro estaciones del año y, por primera vez, Pinazo presenta a los retratados en plena naturaleza y bañados en la luz propia de cada estación.
Las cuatro obras pertenecen a una colección particular y fueron expuestas en una exposición celebrada en el Centro Cultural Bancaja en 2016, que formaba parte de los actos celebrados para conmemorar el centenario del fallecimiento de Ignacio Pinazo (Any Pinazo).