En 1962 se publicaba un libro centrado en el impacto de los pesticidas sintéticos en el medio ambiente. El silencio de una primavera sin pájaros: Silent Spring(Primavera Silenciosa). Un ecosistema floreciente que la bióloga marina Rachel Carson advirtió que se podía perder a causa de la introducción generalizada de plaguicidas y las prácticas de la agricultura intensiva.
Hoy se celebra el Día de la Tierra. Un buen día he elegido, creo, para comentar el libro ‘Planting in a Post-Wild World’ y hacerlo desde esa perspectiva, es decir, sobre una realidad a la que sus autores, Thomas Rainer y Claudia West, aluden cuando hablan de la necesidad de equilibrar la belleza de los jardines con las preocupaciones medioambientales.
Pero, por favor, no seamos cínicos. No hablemos de esas preocupaciones como si fuera algo ajeno a nuestra vida cotidiana, una mera tendencia que “queda bien” seguirla; nos da prestigio e incluso se puede convertir en un “must”, si queremos que lo que publicamos o comentamos esté en consonancia con las tendencias y modas. Seamos serios.
Esta mañana comencé el Día de la Tierra, podría decir que he desayunado, con un artículo de los que te ponen los pies en la tierra (nunca mejor dicho) y la cabeza dando vueltas sin cesar, llamadlo ira. El titulo de ese artículo es “Así mataron a Berta Cáceres” y en él, Gustavo Castro, testigo del crimen de esa conocida ecologista de Honduras, relata el suceso, ocurrido el pasado 2 de marzo. Antes de ella hubo otros asesinatos, después de ella, también.
Eso son casos extremos, podréis pensar algunos. Yo, sin embargo, lo veo como consecuencia de la debilidad que mostramos frente a quienes siembran el terror con el único propósito de defender sus intereses económicos. Proteger nuestro planeta no es responsabilidad sólo de los grupos de activistas. Somos necesarios todos y numerosos gestos encadenados; y los jardines, como es lógico, forman parte de esa cadena. A medida que nos sintamos involucrados, defenderemos la naturaleza con más ímpetu y ese desvelo hará más fuerte al planeta.
Los jardines tienen que inventarse y reinventarse, siempre lo han hecho, pero ahora, además, tienen que hacerlo bajo criterios de sostenibilidad, algunos de los criterios que se utilizaban antaño y que el ‘progreso’ desechó. Esa nueva tendencia en el diseño del jardín ya no será vista por las futuras generaciones como una moda, sino como una cuestión de sentido común. Tenemos que lograr que en el futuro ya no sea necesario reivindicar el respeto por el medio ambiente, porque se considere obvio; y, por lo tanto, tan solo sea necesario cuidarlo, mantenerlo.
Y ahora sí, vamos a ese libro de Thomas Rainer y Claudia West, donde hablan de lograr diseños de plantación destinados a conseguir paisajes resilientes y, al mismo tiempo, hermosos. Nos gustan los jardines bellos y, por lo tanto, no tenemos que renunciar a la belleza, claro que no; tan solo tenemos que cambiar nuestro punto de vista y educar nuestra mirada.
La mirada tiene que ir dirigida, principalmente, a las plantas que mejor se adaptan a nuestro espacio y su entorno, las que resisten, pero eso no significa que tengamos que limitarnos a plantas nativas, no en absoluto. El criterio que debe prevalecer tiene que ver con comunidades de plantas que nos conecten con la naturaleza; cumpliendo objetivos como favorecer la biodiversidad, al convertirse en hábitat de otras especies; así como servir de filtro de aguas pluviales, absorber elementos contaminantes y frenar el calentamiento.
El libro es en inglés y, por lo tanto, el contenido queda limitado a aquellas personas que se manejen en ese idioma, pero el concepto es universal. Los autores quieren dejar claro que la naturaleza tiene que volver a ser como era, pero además, hablan de cómo puede llegar a ser. En el libro, los pasos a seguir están definidos en cuatro capítulos: diseño de plantación (atención especial al rol de la plantas nativas en ese esquema); buscar inspiración en la vida silvestre; el proceso de diseño (la relación de las plantas con el entorno, las personas y las demás plantas); la creación y manipulación de la comunidad de plantas (preparación del terreno, plantación y posterior seguimiento del desarrollo y comportamiento de las plantas).
Uno de los ejemplos que se muestran, hacen referencia al jardín diseñado por Adam Woodruff que he comentado en un par de ocasiones: Jones Road
Uno de los ejemplos que se muestran, hacen referencia al jardín diseñado por Adam Woodruff que he comentado en un par de ocasiones: Jones Road
Lo mejor de todo es que en ningún momento pretenden ofrecer “recetas rígidas”, no aparecen listas de “plantas ideales para…” o dictados estilísticos. No se trata de seguir a pie juntillas lo que hagan los demás, sino que es cuestión de comprender y situarse en el lugar donde vamos a ejecutar ese diseño de plantación. Es importante conocer cómo funcionan las plantas, cómo cambian con el tiempo y cómo acaban formando composiciones estables. Las especies que son dominantes y las que no lo son; la morfología de las raíces; la forma de organizar las plantas en capas. Elementos que definirán las pautas a seguir, cuando llega el momento de decidir qué plantas, qué colores y qué combinaciones utilizar en ese jardín, para que éste nos ayude a conectar con la naturaleza de forma respetuosa, incluso si hablamos de jardines que se encuentran dentro de una gran ciudad.