Comenzar el año con fuerza se hace mucho más sencillo si te encuentras a los pies de un volcán como el Etna, en Sicilia. Allí pasé los últimos días de 2017 y desperté en 2018. La atracción de ‘a Muntagna o Mungibeddu, como se llama al volcán Etna en siciliano, hace que la mirada siempre se vaya hacia él.
Hace unos días os dejé algunos jardines en invierno para desearos con ellos unas felices fiestas. Espero que así sea y que el comienzo del año esté resultando todo lo bueno que esperabais. Para comenzar el año 2018, quiero dejaros una pequeña muestra de las sensaciones vividas estos días junto al Etna, que domina la isla de Sicilia, en el Sur de Italia. Se encuentra en la costa oriental de Sicilia, en el territorio de la provincia de Catania, y está cruzado por el meridiano 15. Es, con sus 3.342 metros, el volcán activo más grande de Europa.
El Etna
La superficie del Etna se caracteriza por una rica variedad de ambientes, que alterna paisajes urbanos, bosques densos que conservan varias especies botánicas endémicas y áreas desoladas cubiertas por rocas magmáticas y periódicamente sujetas a coberturas de nieve a mayores altitudes.
La nieve fue conquistando el terreno del volcán durante mi estancia, brindando imágenes que ayudaron a evocar un paisaje mucho más navideño. Es, sin duda, todo un privilegio estar junto al mar y, al girar la cabeza, observar y sentir la fuerza del volcán, un volcán que despierta cuando menos te lo esperas y que convierte a Sicilia en tierra de piedra lávica, ese rastro que han ido dejando las erupciones y que se aprecia en el suelo, los muros y hasta en los canalones de alguna vivienda.
La isla
La isla también es tierra de luz mediterránea, de chumberas que se han fundido con la flora autóctona de la región, hasta el punto de convertirse en reclamo turístico. Tierra de cerámica esmaltada llena de simbolismo. De cabezas moriscas de Caltagirone. De terracota. Hay quien opina que Sicilia, más que una isla, se diría que es un continente. Y es que es una isla italiana, sí, pero su historia está escrita por las dominaciones; pueblos que se fueron sucediendo y que le han otorgado una identidad propia y única; un patrimonio griego, romano, normando, renacentista y barroco.
Su espectacular paisaje puede disfrutarse desde ciudades como Taormina, a la que se llega por esa carretera sinuosa que hemos visto en numerosas películas. En diferentes rutas, vamos a encontrar laderas en pendiente, pinos parasol, cipreses, olivos y limoneros. También, calles estrechas y coquetos balcones, como los de Siracusa. Cyclamen en jardineras por todas partes, tillandsias colgando y balanceándose, y más, mucho más. Porque a Sicilia no le falta belleza y si algo le sobra, es la mafia.
«Italia sin Sicilia no grabaría ninguna imagen en el alma: aquí se encuentra la clave de todo». Goethe, Viaje a Italia