El siglo XIX fue una época de descubrimientos botánicos y con ellos, la aparición de revistas que se publicaban en Europa y América para documentar dichos hallazgos.
A la atracción por la belleza de las plantas recién descubiertas había que unir el creciente interés por la horticultura. Detrás de esas revistas botánicas estaban los editores que, a su vez, eran experimentados grabadores botánicos y horticultores. Todo en uno. Como se diría coloquialmente “yo me lo guiso y yo me lo como”.
Revistas botánicas del siglo XIX
Obviamente, esa combinación de conocimientos y experiencia, daba como fruto obras de arte que reproducían al detalle la morfología de especies exóticas y, también, de las plantas cultivadas que ya eran conocidas. Ya mostré en su día algo sobre los catálogos de semillas:
Pero nadie nace sabiendo y esos editores, grabadores y horticultores eran, además, aventureros. Cazadores de plantas. Exploradores botánicos. Para algunos, la afición se iba convirtiendo en negocios más que lucrativos. De ese negocio editorial nos queda ahora un inestimable testimonio de todos esos hallazgos y, para que engañarnos, son regalos para la vista, además de su valor histórico y académico.
Louis Benoît Van Houtte
Hoy vamos a detenernos en uno de esos exploradores, un hombre que desde joven dedicó todo su tiempo libre a estudiar las plantas, tanto en el Jardín Botánico Nacional de Bélgica, como en jardines privados. Louis Benoît Van Houtte (Ypres, 1810 – Gante, 1876) fue un botánico y horticultor belga. La abreviatura Van Houtte se emplea para indicar a Louis Benoît Van Houtte como autoridad en la descripción y clasificación científica de los vegetales. Creó el género Rogierade la familia Rubiaceae y 6 especies botánicas, además de diversas variedades y cultivares.
Trabajó en el Jardín Botánico Nacional de Bélgica desde 1836 hasta 1838. Antes, había fundado, en 1832, una revista mensual de horticultura (L’Horticulteur Belge) y un negocio de venta de semillas y herramientas de jardín. La botánica no dejaba de cautivarle y las plantas exóticas que se iban introduciendo en Europa le proporcionaban mucho material de estudio.
Expedición botánica a Brasil
Fue la pérdida de su esposa, con quién se había casado recientemente, lo que llevó a Van Houtte a cambiar el rumbo de su carrera. Su vida de explorador botánico daba comienzo y el lugar elegido para su primera exploración fue Brasil. Claro que, llegar a Brasil le supuso tener que hacer escala en las islas de Cabo Verde (mayo 1834).
Los conocimientos botánicos de Van Houtte tuvieron como aliados su capacidad para hacer negocios y sus dotes de comunicador, lo que dio como resultado el éxito comercial.
Tras finalizar la expedición a Brasil (1834-1836) estableció un criadero y vivero en Gentbrugge cerca de Gante. En esa misma ciudad fundó la Escuela de Horticultura de Gante.
Su trayectoria no estuvo ajena tampoco a la orquideomanía europea de 1845. De hecho, envió recolectores hasta América Central y Sudamérica en busca de orquídeas y otras especies exóticas.
A partir de entonces, comenzó a producir plantas para los invernaderos europeos. Entre las especies producidas, hay que destacar que cultivó por primera vez en el continente europeo la Victoria amazonica, y lo hizo en un invernadero especialmente diseñado para ello.
Flore de Serres et des Jardins de l’Europe
Pero de todas sus actividades botánicas y comerciales, quería destacar la publicación Flore de Serres et des Jardins de l’Europe, fundada en 1845 y que se convertiría en una de las mejores revistas de horticultura que se publicaron en Europa durante el siglo XIX.
Editada por Van Houtte, junto con Charles Antoine Lemaire, Jules Émile Planchon y Michael Joseph François Scheidweiler; la revista ofrecía valiosas descripciones de curiosidades y tesoros botánicos procedentes de todo el mundo, pero, además, supuso un excelente escaparate para difundir esos grabados y litografías.
Flore de Serres et des Jardins de l’Europe abarca 2000 planchas coloreadas, con el texto en francés y distribuidas en 23 volúmenes que se fueron publicando de 1845 a 1883.
Cierto es que algunas expediciones botánicas no han estado motivadas exclusivamente por un interés científico, pero la fascinación por todos esos hallazgos es un hecho. Son plantas de aquí y de allá. Grabados y litografías; ilustraciones botánicas, todas bellísimas, casi tanto como lo son las plantas en sí, que permitían acercarse a ellas, descubrirlas también.
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