Rosanna Castrini apareció por primera vez en este blog en febrero de 2014 y el motivo era comunicar que había ganado, con indudable merecimiento, dos premios de fotografía de jardín. Ella estaba de celebración, yo de enhorabuena por conocerla.
Después se quedó aquí, porque ella y su trabajo lo valen. Desde entonces, he tenido el honor de compartir en este blog numerosas fotografías realizadas por Rosanna. He publicado 14 artículos, incluido este, hablando de su jardín y de algunos de los jardines que ha visitado; y siempre que lo he hecho, no solo han llenado de belleza el blog, sino que lo ha impregnado de su magia, su encanto, su entusiasmo.
Y no me canso de compartir sus novedades ¿por qué no me canso? Pues es muy sencillo. Porque comunica con pasión; logra hacer todo grande, pero lo transmite con humildad (qué virtud tan escasa hoy en día). Eso, supongo, es propio de buenos artistas.
Y ahora, vamos a lo que vamos. La persistente sequía de este verano, obviamente, ha traspasado fronteras. En Italia, como en España, los jardines se resienten por la falta de lluvia y mantenerlos ha supuesto una dura tarea. Rosanna Castrini lo sabe (y lo sufre) y por ello mostraba orgullosa hace unos días el flamante aspecto de su jardín a mediados de septiembre, ese jardín que he compartido en este blog en tantas ocasiones.
Y por fin la lluvia
«Y por fin la lluvia» comentaba y celebraba con energía, tras un solo día de lluvia que llegaba después de un largo verano, tres meses de sequía sin piedad; de esos veranos que hacen pensar que el jardín no resistirá y, lo que es peor, que no se recuperará.
Pero ella lo logró. Entre otras cosas, la buena orientación de las plantas más exigentes en agua, que, al tener sombra durante la tarde, le permitieron poder regar tan solo una vez al mes. Pero el secreto, eso no nos lo ha contado, los secretos de cocina no se desvelan, no del todo, siempre hay que dejar algo en el tintero para mantener la magia y la emoción.
No pretendo hoy hablar de cómo Rosanna Castrini ha conseguido que su jardín, incluido su jardín comestible, luzca así de bello después de tres meses secos. No, hoy no vamos a averiguar cómo lo consigue, tan solo vamos a disfrutarlo, y lo haremos, como siempre, gracias a sus fotografías de hace unos días, que son… son lo que son, lo que vemos y lo que sentimos.